¿A quién no le ha pasado? Te levantas con una canción que no puedes dejar de cantar todo el día e inclusive no sabes si te gusta, pero NO puedes parar. Esto no solo sucede con melodía o en la letra, nuestro cerebo ama repetir una y otra vez la misma canción.
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Según Elizabeth Hellmuth Margulis, autora del libro “On Repeat: How Music Plays the Mind”, se trata de un extraño fenómeno en el que una colección de palabras pierde el sentido completamente y en su lugar se convierte en una colección de sonidos. Entonces, en el momento en el que se sobrecarga la repetición, se escapa el significado y pierde la capacidad de ser procesado por nuestro cerebro.
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En las últimas décadas, esta ha sido la clave para poder ingresar a los top charts de música. Basta con decir que Rihanna es una de las artistas con mayor número de repetición en sus canciones, sin embargo, no es algo que pase solo con el género pop, de hecho hasta sucede en la música clásica. Los compositores diseñan este tipo de estructuras para hacer partícipe al oyente y así, éste pueda anticiparse a lo que va a decir la canción.
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De esta forma el cerebro logra un un sentimiento de gratificación y por tanto, una conexión trascendente. Puedes comprobarlo con canciones de Taylor Swift, Beyoncé y ese momento en que no dejábamos de estar “Happy” por Pharrell o podíamos sacarnos de la cabeza “Sorry” y hasta hacíamos la coreografía. No necesitábamos tener los audífonos puestos, porque ya habíamos sido hipnotizados con la técnica de repetición.
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Esta información puede ser complicada de asimilar. ¿Juegan entonces con nuestro cerebro? Si apaga el significado, crea un engagement mayor y así logran su éxito musical, pero al final de cuentas a nuestro cerebro le encanta y no, y no, y no… podemos evitarlo.