5 formas de enseñar mindfulness a niños

Nunca es demasiado temprano para aprender buenos hábitos. Las siguientes generaciones están heredando un mundo que los confronta con cada vez más retos a una edad más temprana. ¿Cómo los prepararemos para eso? Los niños de cualquier edad pueden empezar a beneficiarse prácticas como el mindfulness: La práctica simple de traer una actitud amable y de aceptación al momento presente que les ayudará a promover la felicidad y aliviar el estrés.

Los hábitos que se forman temprano en la vida influenciarán los comportamientos en la edad adulta, y con atención plena, tenemos la oportunidad de darles a los más pequeños el hábito de ser pacíficos, amables y receptivos. Así les preparamos para conocer el alivio frente a cualquier dificultad que puedan encontrar en la vida. Además, mientras nuestros cerebros se desarrollan a lo largo de nuestras vidas, las conexiones en los circuitos prefrontales se crean a su ritmo más rápido durante la infancia.

El mindfulness (o atención plena) promueve habilidades que se controlan en la corteza prefrontal, como la concentración, enfoque y el control cognitivo, que puede tener un impacto particular en el desarrollo de habilidades que incluyen la autorregulación de emociones, el juicio y la paciencia durante la infancia. ¿Cómo puedes practicarlo con ellos desde niños? Te damos algunos consejos.

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Primero lo primero: Solidifica tu propia práctica

No hay mejor forma de enseñar algo que a través del ejemplo. Si tu hijo te ve en un estado de tranquilidad establecido, se contagiará de ello. No puedes enseñar algo que no profesas. Lo primero es que tú mismo cuides de tu tiempo de meditación y autocuidado, que disfrutes del momento presente y que te conozcas emocionalmente. Crea un espacio (para ti y tus hijos) que sea pacífico y más importante, no tengas expectativas para tu práctica ni la de tus niños. Deja que fluya.

Escuchar la campana

Una manera fácil para que los niños practiquen la atención es concentrarse en lo que pueden escuchar. Puedes usar un cuenco, una campana, un juego de campanas o una aplicación de teléfono que tenga sonidos. Dile a tus hijos que harás el sonido, y que deben escuchar con atención hasta que ya no puedan escuchar el sonido (que generalmente es de 30 segundos a un minuto). Este ejercicio tiene un efecto calmante y es una forma divertida de enseñarles a poner atención a su entorno.

Práctica de gratitud

La gratitud es un componente fundamental del mindfulness, y una herramienta poderosa que enseña a los niños a apreciar la abundancia en sus vidas, en lugar de centrarse las cosas que anhelan (que cambian todo el tiempo). Cada noche o mañana, en la mesa o en el coche pueden compartir una cosa por la que están agradecidos. Se convertirá en una las partes favoritas del día.

Respiración

Dar una instrucción de solo “poner atención a la respiración” a niños puede ser difícil. Hagan un ejercicio de “compañero de respiración” donde cada niño agarra un peluche y lo pone sobre su panza. Comienzan a respirar y centran su atención en ver cómo sube y baja el peluche mientras inhalan y exhalan.

Hagan un ritual antes de dormir

La hora de ir a dormir es un buen momento para practicar el mindfulness. Pueden hacer una breve meditación de exploración corporal: con los ojos cerrados, diles que pongan atención a los dedos de los pies, a los pies, a las piernas, etc. También pueden escuchar meditaciones guiadas juntos o leer libros sobre mindfulness antes de entrar en el sueño.

A la hora de comer

La hora de comer también es un gran momento para practicar la atención plena. El ejercicio de comer conscientemente una pasa o un chocolate es una gran actividad para los niños. Puedes buscar guiones sobre meditaciones de mindful eating en internet o simplemente decirles que pongan atención y saboreen su comida y, por extensión, el momento presente.