Detrás de la increíble foto en Machu Picchu –esa en la que estás con los brazos abiertos, emocionado por estar en una de las maravillas del mundo moderno y que compartirás en TODAS tus redes sociales– existe una compleja travesía que NADIE te cuenta.
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Llegar a la zona arqueológica donde el imperio Inca tuvo su máximo apogeo, no es nada fácil, ni mucho menos rápido. Como en todo viaje habrán cosas buenas y un par de fallas, pero el mayor aprendizaje será entender que Machu Picchu es un destino para viajeros de corazón, con una recóndita ubicación en la que un itinerario minuto a minuto solo servirá para reírse de vez en cuando.
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En verdad, este lugar en la selva de Perú reta hasta al más paciente ya que es imprescindible usar múltiples medios de transporte como aviones, mini vans y trenes cuyo trayecto dura muchas horas. Créenos es un destino que ni siquiera te invitará a amarrarte los tenis, ni te preguntará si estás listo para empolvarte un poco y, probablemente, te dé una lección sobre cómo empacar ligero. Así comienzas a descubrir el mito detrás de esa foto.
Primero, tienes que saber que desde México NO hay vuelos directos a Cusco, al menos no es las aerolíneas más populares como LATAM, así que la ruta sí o sí tiene escalas. El primer vuelo es de poco más de seis horas y va de Ciudad de México con destino a Lima, la recién nombrada capital culinaria por tener el mejor restaurante de Latinoamérica, Maido.
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Sin embargo, si tu itinerario no te permite quedarte al menos una noche o dos en dicho lugar, lo más sensato es esperar la conexión en el aeropuerto con una Cusqueña bien fría o una taza de café. La razón es que el trayecto del aeropuerto a uno de los barrios más cool de Lima, Miraflores, es bastante largo y atareado (alrededor de una hora de ida y una de regreso) y no querrás ir contra el reloj para visitar esta enorme ciudad, porque así como en nuestra querida CDMX, en Lima también hay tránsito.
El siguiente vuelo es de Lima a Cusco. Al aterrizar pensarás que ya estás cerca, sin embargo, todavía es muy pronto para cantar victoria. Tienes que tomar un transporte particular (los servicios de minivan o bus abundan) para llegar a la estación de tren de Ollantay Tambo. Esto significa añadir 2 horas más de camino, en las cuales el movimiento te hará compañía y te mantendrá despierto gracias a las curvas. Eso sí, el hermoso paisaje lo hará liviano y seguro logrará poner una sonrisa en tu rostro.
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Si tienes oportunidad, ante estas circunstancias, duerme unos minutos. Deténte en el camino en uno de los pueblitos de la provincia contigua, Urubamba, como por ejemplo Chincheros. Allí hay cooperativas de artesanos y textileros que fabrican con sus propias manos bolsos, ponchos, prendas de vestir, tapetes, entre muchas otras cosas más.
Al llegar a la estación de trenes, la mejor opción es viajar en Inca Rail en primera clase porque te consienten con un menú de tres tiempo que incluye un exquisito cebiche y un pisco sour. Comer será una buena distracción de las dos horas más de trayecto que coleccionarás. ¡No te desesperes! el viaje en tren es lo mejor y mirar por la ventana será todo un espectáculo.
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Cuando las vías se detengan, por fin sabrás que has llegado al “pueblito de Machu Picchu”, Aguas Calientes. Es un lugar lleno de hostales, hoteles, mercaditos con artesanías, bares y restaurantes, que están listos para recibir a los cientos de miles de turistas que van a visitar las ruinas incas a diario.
Sin embargo, tienes que saber que el hospedaje aquí es MUY importante, porque después de toda esta odisea, lo único que querrás hacer es descansar. Y, aunque en el itinerario suene como “pan comido”, probablemente llegarás de noche. El hotel SUMAQ es una excelente opción, en la que si prefieres comodidad, fine dining y almohadas extremadamente suaves y deliciosas, aquí lo encontrarás. Así que descansa MUY bien para levantarte fresco.
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Llegado el día no te librarás de sentarte en otra butaca, para el último trayecto tendrás que tomar un shuttle. La estación de buses se encuentra en una esquina de la vías del tren (no hay forma de que te pierdas, SIEMPRE está lleno y TODOS saben dónde está).
Se estima que el bus se hace alrededor de 25-30 minutos, que a comparación de la hora y media que puedes hacer caminando es NADA. Recuerda que dentro del santuario histórico tendrás que caminar y caminar, y si vas en familia o con niños evitarás estar “fundido” para admirar su majestuosidad.
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Luego de varios minutos y otro par de curvas, la llegada a la cima es inminente. Te checan el ticket, te sellan el pasaporte la evidencia de que llegaste a Machu Picchu y al caminar unos cuantos pasos tienes la ciudadela a tus pies. El panorama te deja atónito, literalmente con la boca abierta. Estás en EL lugar que has visto infinidad de veces en fotos y has googleado en Wikipedia.
La emoción más grande es que sientes que la odisea ha valido la pena, aunque te cuestionas cómo lo hicieron los antiguos habitantes para asentarse allí y entiendes el por qué más de 5,000 personas a diario recorren kilómetros y kilómetros en todo tipo de transporte para llegar a ese punto máximo en las nubes.
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Así que, entre la multitud, es hasta un compromiso contigo mismo el encontrar el encuadre perfecto para capturar la magia de Machu Picchu en una sola foto. Pero no sin antes disfrutar por unos segundos de la impresionante vista y de asimilar que eres afortunado al estar allí. Este viaje es algo que definitivamente debes hacer mínimo una vez en la vida.
Ten en cuenta que Machu Picchu recibe a personas de todo el mundo, de cualquier edad, pero todos con algo en común: con el sueño de visitarlo. Y tan solo por haber cumplido la hazaña de llegar hasta allá, con sus subidas, bajadas, cambios de humor y muchas curvas, compartir esa foto en TODAS tus redes sociales es casi un deber.
Deja que el mundo lo sepa, porque esa imagen contiene una historia detrás que muy pocos pueden contar… y tú ya eres uno de ellos.
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