Esta temporada donde nuestra salud depende mucho de quedarnos encerrados en casa, el miedo, incertidumbre y ansiedad son parte del día a día. Pero el poder de la mente es increíble y si logramos concentrarnos en las cosas que sí podemos controlar, nuestro mood puede mejorar.
Aunque seguimos sin “volver a la normalidad”, las meditation walks son posibles en tiempos de coronavirus, así que no hay pretextos para no intentarlo. La meditación caminando tiene sus orígenes en el budismo y puede usarse como parte de una práctica de mindfulness. Se ha demostrado que tiene muchos beneficios posibles y puede ayudar a sentirnos más firmes, equilibrados y serenos.
¿Cómo se hace? Típicamente, durante la meditación caminando puedes caminar en círculo, de ida y vuelta en línea recta o en un laberinto, pero también es posible hacerla en una distancia más larga.
El ritmo es lento y puede variar según la técnica específica. Las técnicas pueden ser tan detalladas como dividir cada paso en seis partes o simplemente pasear atentamente en un espacio. Además, puedes incorporar ejercicios de respiración o un mantra y alternar con tu meditación sentada.
La meditación caminando es ideal para principiantes ya que caminar es una experiencia cotidiana. Más allá de simplemente pasear para “distraernos” de nuestros problemas, estamos entrenando para ser lo más conscientes posible: esta práctica se trata de ser conscientes de nuestro cuerpo y nuestras sensaciones físicas a medida que nos movemos.
Si estás interesado, aquí algunos consejos para comenzar a meditar caminando:
Escoge un lugar
Busca un lugar donde puedas caminar lentamente y sin obstáculos. La ubicación debe ser tranquila y sin tráfico, idealmente debe ser lo suficientemente plana como para no preocuparte por tropezar. Practicar en interiores también es una buena opción, ya que puedes concentrarte mejor en la atención plena y habrá menos oportunidades de distraerte con el entorno.
Listo para comenzar
Después de encontrar un lugar adecuado, comienza cada sesión concentrándote. Tómate un minuto para respirar profundamente mientras atraes toda tu atención a tu cuerpo. Siente cuán estable se siente el suelo debajo de tus pies. Aprecia las diferentes sensaciones dentro de tu cuerpo y toma nota de tus pensamientos y sentimientos también.
Ahora comienza a caminar lentamente. En la meditación caminando, en lugar de concentrarse en la respiración, dirige tu atención al movimiento de sus pies y piernas, y al movimiento de su cuerpo a medida que avanza. Simplemente camina lenta y conscientemente en un círculo o de ida y vuelta. Si estás dando la vuelta o doblando una esquina, sé lo más consciente posible de la posición de tus pies y las sensaciones que te acompañan. Es bueno caminar por al menos 10 minutos pero, siempre puedes tomar un descanso y estirarte o simplemente dejar de moverte y encontrarte contigo mismo.
Mantén la atención plena mientras caminas
Mientras observas las diversas sensaciones físicas que se manifiestan al caminar, también toma nota de tus sentimientos, pensamientos y estados de ánimo. No es necesario hacer una lista, analizar, aceptar o rechazar; solo observa estos eventos mentales a medida que surgen y vuelve a la práctica de caminar. Trata de no ser rígido o mecánico mientras caminas. Simplemente camina naturalmente con buena voluntad y un corazón abierto: déjate fluir.
Velocidad y postura
El ritmo de la meditación caminando varía de lento a extremadamente lento. Puedes dejar que tus manos y brazos se balanceen sin apretar a los costados, sujetarlos detrás de la espalda o abrazar tu cuerpo por en frente a la altura de tu diafragma u ombligo. Los músculos de las piernas deben estar relajados mientras caminas, con un movimiento natural y cómodo. Camina manteniendo tu cuerpo erguido, alineado y digno. Al principio puede ser un poco desafiante, pero con la práctica definitivamente lo dominarás.
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