Vivimos en una época donde la consciencia sobre el medio ambiente continúa creciendo y creciendo. Esto es importante, pues nuestras decisiones cada vez son más cuidadosas y estamos cambiando la forma en que consumimos.
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Seguramente has escuchado sobre lo que en Suecia llaman “flygskam”, o vergüenza voladora. Es el nombre de la sensación de culpa que acompaña esas ocasiones en que viajas en avión, pues es una de las actividades que hacemos los humanos cotidianamente que más contamina al planeta.
Las aerolíneas y los fabricantes de aviones son muy conscientes de eso y ahora buscan formas de reducir la contaminación y reducir su huella de carbono mediante el desarrollo de aviones eléctricos e híbridos. Hoy, existe la esperanza de que próximamente la tecnología eléctrica pueda hacer por los cielos lo que hoy sucede con los autos.
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La startup Ampaire Inc., con sede en Los Ángeles, ha tomado la delantera al convertir un Cessna 337 de seis pasajeros en un modelo híbrido con un motor de combustión convencional y un motor eléctrico. Ampaire dice que el avión, denominado Electric EEL, podría entrar en servicio en 2021 y reducir el consumo de combustible y las emisiones de gases de efecto invernadero en un 50%.
Por otro lado, la compañía israelí Eviation Aircraft Ltd. mostró un prototipo totalmente eléctrico de nueve asientos en el Salón Aeronáutico de París en junio de 2019 y apunta a vuelos comerciales de corto alcance dentro de tres años. Y el RX4E de fabricación china, un cuatro plazas totalmente eléctrico, realizó un vuelo de prueba en octubre.
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En total, hay alrededor de 100 programas diferentes de aviación eléctrica en desarrollo en todo el mundo. Pero entre más grande sea el avión, mayores serán los obstáculos: Airbus SE ha planteado la posibilidad de presentar una versión híbrida de su A320 con capacidad para 240 personas para el año 2035. ¿Será que podamos eliminar el “flygskam”?