Cada dos años y desde 2004 se ha entregado el Premio Internacional Highrise (HIA) el cual enaltece al mejor rascacielos del mundo. Un galardón que destaca entre miles de postulados y que sólo algunos han podido congratularse.
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Para este 2018, más de mil nuevos rascacielos en el mundo fueron participantes en este concurso y la Torre Reforma, del ingeniero Benjamín Romero, fue seleccionado como el ganador a este prestigioso galardón que conjuga lo mejor de la tecnología e innovación en la construcción de este edificio.
El IHA es considerado uno de los premios de arquitectura para rascacielos más importantes del mundo. Se otorga a arquitectos y desarrolladores cuyos edificios miden al menos 100 metros de altura y han sido completados en los dos últimos años. El jurado (se conforma por arquitectos, ingenieros estructurales, expertos en bienes raíces y críticos de arquitectura) analizaron los proyectos nominados con base en los siguientes criterios: diseño pensado en el futuro, funcionalidad, tecnología de construcción innovadora, integración en esquemas de desarrollo urbano, sustentabilidad y costo. Los cinco finalistas de este año fueron seleccionados de entre 36 nominados de 15 países.
La Torre Reforma del mexicano Benjamín Romano compitió con estos rascacielos:
– MahanNakhon del Büro Ole Scheeren y OMA (Oficina de Arquitectura Metropolitana), ubicado en Bangkok, Tailandia.
– El Beirut Terraces de Herzog & de Meuron, ubicado en Beirut, Líbano.
– Chaoyang Park Plaza de MAD Architects, construido en Pekín, China.
– Oasia Hotel Downtown de WOHA, edificado en Singapur.
La Torre Reforma ganó un lugar entre los finalistas gracias a que esta edificación fue hecha en medio de una región en riesgo de terremotos, la característica fachada de la Torre Reforma en la Ciudad de México tiene más que solo propósitos estéticos. Las dos paredes exteriores masivas de concreto expuesto y el tercer lado vítreo no solo crean una huella triangular extraordinaria, sino que también proporcionan un máximo de resistencia a los terremotos.
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Además, el edificio puede moverse con las fuerzas de la tierra ya que las grandes aberturas quedan fuera de las paredes masivas como ‘zonas de deformación’ y dado que las abrazaderas de acero, que llevan los pisos, se funden en bisagras flexibles delante de la fachada de vidrio el edificio es flexible antes estos movimientos naturales.
A una altura de 200 metros, uno de los dos muros de hormigón se dobla sorprendentemente hacia adentro. Esta característica es una respuesta a las normas de construcción de la Ciudad de México: los rascacielos en el Paseo de la Reforma no pueden ser más del doble del ancho de la calle. Si un edificio excede esta altura, la parte superior debe ser empotrada o cónica.
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Gracias al manejo creativo de Romano de esta regulación, el edificio, dependiendo del punto de vista del observador, no solo cambia su materialidad, sino también su forma. Todo el ancho del tercer lado del vidrio del edificio se abre hacia el parque de la ciudad de Bosque de Chapultepec. Con el fin de crear un espacio utilizable adicional, las plantas aquí se liberan del estrecho del triángulo. Al frente, la fachada aparentemente lisa forma una cuarta esquina casi imperceptible.
El edificio del mexicano se convirtió en el octavo galardonado de este premio de la IHA, y ahora comparte espacio con edificios como el VIA 57 West de Nueva York, Bosco Verticale de Milán, The Met en Bangkok, HEARST Building en Nueva York y De Hoftoren en La Haya.
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