Depende, pero muchos llevamos más de 60 días en aislamiento. Un aislamiento para el cual no estamos diseñados, ni estábamos preparados para hacer. Ya pasamos más de una vez por varias fases y emociones. Entre ansiedad, falta de sueño, comer en exceso, hiper productividad, flojera, no sabemos qué sentimos ya. Para muchos, este tiempo está comenzando a pasar factura, es innegable.
Cuando hablamos de fatiga, nos referimos a todo tipo de fatiga. Varias personas ya la pasan mal porque les falta interacción humana, presencia física y abrazos. Incluso con la comunicación en línea con amigos, no es lo mismo. Hay una sobreestimulación por el flujo constante de información y la incertidumbre, y esto es agotador.
También hay fatiga asociada con la falta de estimulación. No tener un cambio en el entorno es difícil. Nos encontramos en un estado poco estimulado y sobreestimulado al mismo tiempo, y ambas pueden tener un impacto negativo en el estado de ánimo. Vamos a decirlo más fácil: estamos hartos, y no sabemos cuándo acabará esto. Entonces, ¿debemos soportar la fatiga y ya? ¿O hay algo que podamos hacer?
El tema es que nadie sabe nada sobre cuándo y, más importante, cómo podamos regresar a la vida exterior. Hasta que no exista una vacuna, va a ser imposible estar completamente seguros de que no nos contagiaremos. Esa angustia es enorme, pero por otro lado, estamos empezando a darnos cuenta que estamos sacrificando nuestra salud mental por nuestra salud física. Y no es que una sea más importante que otra, idealmente no tendríamos que elegir.
De ahí viene una fatiga importante. Pero conforme las autoridades nos permitan salir o liberar ciertos sectores, comenzaremos a correr peligro. Dependerá de nosotros y un buen criterio que esta curva no despegue de nuevo. Más allá de los lineamientos que nos otorgue el gobierno y otras instituciones de salud, sólo nosotros mismos nos aseguraremos de encontrar la forma de mantenernos sanos y cuerdos al mismo tiempo.
Este artículo dice algo muy acertado: el riesgo no es binario. Y un enfoque de todo o nada para la prevención de enfermedades puede tener consecuencias no deseadas. Porque nos vamos de blanco a negro en un minuto y no se trata de eso. Tenemos infinidad de ejemplos para probar que la prohibición simplemente resultará en algo peor, por lo que mantenernos full en aislamiento no será sostenible por mucho más tiempo. La propuesta es hacer movidas inteligentes y cuidadosas.
En algunos países hemos visto que comienzan a salir a parques, abiertos parcialmente, con indicaciones de distanciamiento entre grupos de personas y medidas de limpieza importantes. Las reuniones entre familiares en sus casas comienzan a ser una opción, sin exceder las 10 personas, con 14 días de aislamiento previo. Las caminatas en pareja, con cubrebocas ya son cosa de cualquier día. Y así poco a poco.
El caso de México será único, como ha sido para cada país, pero dependerá completamente de nosotros, no de nuestras instituciones. Eso lo tenemos claro. Por lo que antes de considerar retomar actividades “normales” hay que ser extra conscientes de nuestras rutinas y cuidados. Seguir actuando como la primer semana de encierro, con excesos de cuidado, para poder hacer posible esa reunión en el parque eventualmente. Es importante recordar que las personas somos resistentes y que tenemos la capacidad de superar tiempos difíciles. Las pautas de distanciamiento social son oportunidades para ser creativos, trabajar de manera diferente y unirnos como familia, amigos, colegas y comunidad.
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