Por Mary Gaby Hubard
El Quinta Real de Oaxaca es mucho más que un hotel. Son siglos de historia, de tradición, momentos trascendentales para nuestro país que hoy hospedan a amantes de la buena vida en 91 suites de lujo.
Todos los fanáticos de la historia de México deben conocer este hotel. Es un recinto que comenzó siendo un monasterio dominicano, fue una cárcel, oficinas del municipio, una escuela de dibujo y hasta una sala de cine.
En 1972 comenzaron a restaurarlo y tres años después, al finalizar, el FONATUR lo habilitó y lo convirtió en el Hotel Presidente. Después lo comenzó a operar el Camino Real, y hoy es lo que conocemos: El Quinta Real.
Todos estos siglos de historias que han transcurrido le otorgan una vibra indescriptible al lugar. No se siente como un hotel cualquiera, que levantaron desde cero sin ningún contexto. Todo lo contrario, es un lugar en el que han pasado millones de cosas trascendentales, que forman parte de la esencia de este lugar único.
Cada una de las habitaciones de este recinto es distinta. Se dividen en Master Suite exterior e interior, Suites Gran Clase y Suites exterior e interior. Algunas con vista a las calles de Oaxaca y otras a los patios del hotel.
Hay restaurantes nacionales e internacionales con comida típica oaxaqueña; Los Cántaros, Las Bugambilias, Arcada Los Naranjos, La Cocina Antigua y El Refectorio.
Cuenta con alberca, gimnasio, tienda de artesanías, room service, servicio de banquetes, de niñeras, agencia de viajes e internet.
Entrar al hotel es envolvernos en un mood muy mexicano. Inevitablemente conquista los cinco sentidos de los huéspedes a través de sabores, olores, texturas, acabados paisajes y sonidos únicos.
El Quinta Real de Oaxaca es una parada obligada para estas vacaciones, las de navidad, Semana Santa… ¡para cualquier época del año!