Vemos los memes y nos dan mucha risa, porque es real: el 2020 no es para nada lo que creímos que sería. Desde el inicio de año, como humanidad nos hemos tenido que enfrentar a varias cosas que nos han mandado a reflexiones. Estamos ahora mismo en un punto en el que los sistemas públicos y sociales están experimentando una reconfirguración importante. Todo lo que creíamos y conocíamos como era, ya no es y no tenemos idea cómo será. ¿Qué queda?
Está científicamente probado que la incertidumbre provoca ansiedad y estrés. No tenemos muchas cosas con las cuales contar para darnos seguridad… Porque nadie sabe nada, ningún humano vivo ahorita había pasado por algo igual. ¿Qué nos mantiene funcionando? Aquí es donde entra la palabra que muchos aman y otros muchos pueden detestar: Fe.
Pero, ¿qué significa tener fe? y más importante aún, ¿qué significa tener fe en medio de la pandemia del Covid-19? En tiempos difíciles, muchas personas recurren a su fe. La fe no es la creencia ingenua de que todo saldrá bien, y no es ignorar los hechos. Es un sentido inquebrantable de nuestra naturaleza eterna y nuestra interconexión en medio del caos y la incertidumbre. Y es aprender a rendirnos y dejar que las cosas tomen su curso natural, sin tratar de controlar. (La neta, ¿qué podrías controlar ahorita?)
Tener fe puede activar pensamientos positivos y aliviar el estrés. Cuando enfocamos nuestra atención en una creencia en algo más grande que nosotros mismos, ya sea el cosmos, la naturaleza, los demás, Dios o el Espíritu, abandonamos el interés personal y pasamos a una mentalidad afirmativa más amplia. Cuando practicamos nuestra fe a través de la conversación, la lectura, la oración, la meditación, el yoga u otras prácticas, fortalecemos y desarrollamos actitudes más constructivas.
Cuando algo esta TAN fuera de nuestro control, debemos confiar en eso más grande que nosotros, incluyendo el colectivo. En tiempos como este, es importantísimo que nos demos cuenta de cuánto impacto podemos tener unos sobre otros a través del pensamiento intencional y la transmisión de emociones positivas. Nos sanamos entre nosotros, porque no queda más (y eso es perfecto, así debe de ser).
A pesar de que todos enfrentamos un año de cambio de planes y desafíos sin precedentes, tenemos la oportunidad de mejorar nuestras capacidades como ciudadanos globales y agentes amorosos del cambio. Con fe, podemos centrar nuestras acciones en un corazón tranquilo y estable y movernos a un lugar de posibilidades en lugar de miedo. Todos sabemos que existe en nosotros ese lugar de posibilidades infinitas, lo hemos sentido alguna vez.
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