Entre las órbitas de Marte y Júpiter se encuentra un cinturón de asteroides, uno de ellos es el 4149 Harrison, nombrado en honor al “Beatle silencioso”, George Harrison. Mientras tanto, en la Tierra, una dahlia también fue nombrada en su honor.
Orbitando el espacio en una trayectoria sin fin como un asteroide, demostrando la infinidad del universo y floreciendo año con año en la forma de una dahlia, recordando que la vida siempre encuentra un camino y un lugar, tal vez no hay mejor manera de pensar en George Harrison que a través de los descubrimientos nombrados en su honor.
Harrison va más allá de la discusión Lennon/McCartney, quienes siempre son considerados los líderes de la banda. Desde mediados de los sesenta él se distanció aún más de esa banal discusión y se acercó a Oriente para buscar las grandes respuestas, o tal vez sólo formular las grandes preguntas.
De hecho, sus aportes a la música van más allá de las pegajosas melodías de The Beatles. A él se le agradece tratar la música y cultura asiática en Occidente sin fomentar burlas ni buscando una apropiación cultural, se le considera un ejemplo a seguir en el mundo del rock, demostrando que se puede ser una buena persona en una medio plagado de egoísmo, machismo y más.
George Harrison introdujo una serie de instrumentos musicales de India a la cultura occidental, trajo toda una escuela de pensamiento que se enfoca en ayudar sin esperar recibir nada a cambio y fundó organizaciones caritativas que hoy continúan ayudando a miles. También hizo muy buena música que hoy nos deja celebrarlo aunque se encuentre dándole vueltas al sol o creciendo en forma de una bella flor.
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