No importa si eres amante o no de la ópera, la realidad es que este género musical nos remonta a épocas pasadas y con el paso del tiempo se ha convertido en sinónimo de glamour y elegancia. Nacida en Italia a finales del siglo XVI, el periodo barroco fue el contexto perfecto para dar a luz a este nuevo tipo de música.
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Creada por un grupo de músicos que estaban dispuestos a revivir la tragedia de la antigua Grecia a base de música subordinada a las palabras, Florencia se convirtió en la sede principal de la ópera. Sin embargo, al extenderse por toda Europa, Viena, París y Londres también fueron puntos estratégicos en su historia.
En sus principios, la ópera era un entretenimiento exclusivo de la clase noble y los miembros de la corte, pues este tiempo de espectáculo era considerado un pasatiempo privilegiado y no todos tenían las condiciones de acceder a éste. Además, muchos de los cantantes y músicos que aparecían en el escenario solían venir de familias de la élite social.
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Sin embargo, esto cambió con el paso del tiempo y poco a poco se convirtió un drama apto para todo el público. Esto se dio gracias a Bendetto Ferrari, quien abrió un teatro de ópera en Venecia en donde el acceso era mucho más accesible económicamente.
Aunque podría pensarse lo contrario, también existen diferentes tipos de cantos. La variación dentro de la ópera es enorme y se mide según la época en la que se dio. Hay desde estilo barroco y rococó hasta romanticismo y siglo XX.
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Hoy en día, la ópera ha perdido su popularidad, sin embargo, aún existen miles de personas que asisten los domingos a escuchar a sus tenores favoritos y grandes cantantes. Y éstos continúan con un público que llena los establecimientos más exclusivos alrededor del mundo.
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