El acto de leer se ha convertido en un cliché. Una fotografía blanco y negro, una taza de café y un cigarro parecen representar a la perfección lo que implica tomar un libro y sumergirte en sus páginas.
Hay un entendimiento de explotar otros sentidos para mejorar la lectura, pero sin duda, antes que esos dos, la música es algo que ha acompañado los momentos de lectura en las últimas décadas. Desde que los sistemas de sonido comenzaron a proliferar en los hogares, escuchar música y leer han ido de la mano. Hoy (por lo menos antes de la cuarentena), podías olvidarte del transporte público mientras encontraras un lugar para sentarte, te pusieras tus audífonos y sacaras un libro.
Sin duda cada persona tiene gustos particulares, pero algo que suele ser común entre muchos es que los discos que escuchan al leer no los sacan de su lectura, no rompen su concentración y eso no implica que no sean buenos discos, sino que se convierten en un escudo que protege la imaginación de la realidad. Hay quienes se concentran con música clásica, otros con discos instrumentales contemporáneos e incluso quienes consideran el metal como el género que les puede ayudar a concentrarse.
Al leer la canción no desaparece, queda en segundo plano y la sigues disfrutando mientras lees, el momento perfecto es cuando la música guía la lectura y ambas se transforman una experiencia única. Si eso suena a otro grande cliché, tal vez sí lo es.
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