En febrero de 2013 comenzó la construcción de uno de los proyectos más ambiciosos de la Ciudad de México: Miyana, Ciudad Molière. Una superficie de un total de 530 mil metros cuadrados que albergaría una zona comercial, tres torres de área residencial y un complejo de oficinas, que lo convertirían en el primer desarrollo de usos mixtos. Hoy ese proyecto es una realidad.
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En la esquina de la avenida Ejército Nacional y Moliére, justo en el corazón de Polanco, tres empresas mexicanas se dieron a la tarea de levantar desde la primera piedra del proyecto: Legorreta + Legorreta en Arquitectura, GAYA en construcción y Grupo Gigante como Inmobiliario. Así fue como al día de hoy, la primera etapa de la obra está inaugurada y en funcionamiento.
“El proyecto fue todo un reto”, tal como lo dijo el arq. Alberto Laris, director comercial de GAYA, durante una conferencia en donde mostraron cada instalación del área residencial. Éste demandaba una sinergía entre cada una de las empresas involucradas. Se tendría que lograr convivir a la perfección con la movilidad y el estilo de vida de los habitantes de los alrededores de Polanco durante los años de su construcción, y que los resultados fueran los planteados desde un principio.
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El objetivo principal: lograr una edificación que perdurara en el tiempo que tuviera una esencia mexicana notoria y que le diera la oportunidad a los habitantes de crear una nueva vida mediante los usos mixtos. Es decir, sin necesidad de estar en el tráfico o incluso usar el coche, Miyana fue diseñado para tener todo al alcance.
Desde supermercados, el lugar de trabajo y descanso, hasta hot spots de entretenimiento y restaurantes, TODO en un mismo sitio. Y con el orgullo de que la ingeniería, los materiales y el diseño fueron todos procedentes de nuestro país.
“Se buscó que desde los muros tuvieran personalidad y lo reconocieras al instante” fueron las palabras de Victor Legorreta –hijo del aclamado arquitecto mexicano Ricardo Legorreta– quien llevó el proyecto en su totalidad luego del fallecimiento de su padre. Puso especial énfasis en lograr un Legorreta icónico, pero con un aire de modernidad que se notara a simple vista.
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En la decoración los colores fueron de suma importancia según el arquitecto: “Los colores son algo que nos identifica mucho a nuestra cultura y de ahí salió el color mandarina y el morado, colores que hoy vemos plasmados hasta en el logo” . Ventanas moradas, colores naranja, amarillo en techos y muros son lo que puedes admirar en esta monumental obra.
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Algo que vale mucho la pena destacar de este proyecto es que ha respetado las normas ambientales y quiere ser un lugar verde. Hasta ahora han logrado un ahorro en agua, tienen paneles solares y los equipos de iluminación están controlados por un software para que los consumos se vuelvan eficientes.
Así que si todavía no conoces este lugar en la CDMX es momento de hacerlo. Hay un sinfín de cosas por hacer y definitivamente será el futuro de la ciudad.
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