¿Cuántas llamadas de Facetime y Zoom has tenido hasta el momento? Ya saludaste a tus familiares, amigos cercanos y lejanos, ya jugaste y brindaste a través de la cámara de la computadora y el celular. Y eso es magnífico, hemos conectado con muchísima gente como nunca lo habíamos hecho. Al fin nos hemos dado el tiempo de conversar con todos. Pero hagamos una pausa, ¿has conectado contigo?
Qué fuerte es darse cuenta la poca atención que nos ponemos cuando estamos en el ritmo de la vida “normal” que siempre nos regala excusas para no pararnos frente al espejo, acostarnos, vernos y escucharnos. Sin embargo, nos preguntábamos: ¿Por qué me siento incompleto? Muchos no nos habíamos dado cuenta cuánto nos habíamos olvidado a nosotros mismos hasta que nos forzaron a encerrarnos.
Lo que está pasando en el mundo es una tragedia, no es una situación que hubiéramos deseado nadie que sucediera. Sin embargo, ya que está aquí, es momento de honrarla y agradecerla. No sabíamos cuánto nos urgía esta pausa hasta que la hicimos. Este tiempo nos obligó a vernos, a estar en silencio y a dejar de ignorar lo que nos habla en el fondo, porque ya no hay ruido para cubrirlo.
No entres en pánico, no te volverás loco. Todos tenemos heridas, no es fácil. A veces el proceso de sanar puede doler más que lo que causó el daño. Enfrentarte a ti mismo puede dar miedo, pero es necesario si quieres recuperar tu felicidad. Y esta es una oportunidad perfecta y única. Atrévete a conocer qué cosas te hacen explotar, qué cosas te emocionan, qué te duele más que nada. Ten diálogos contigo mismo y escucha a las dos partes y pregúntate: ¿siento amor o siento miedo?
Ese es el primer paso para comenzar a trabajar la relación contigo. Entender que hay una vocecita con mucho ego y hay otra que es mucho más sabia. Has de conocer tus momentos y tus triggers, aprender que tienes dos partes y que siempre hay una que actúa desde el amor y otra que actúa desde el miedo. Actuar desde el miedo es completamente natural, son las cicatrices de lo que nos hirió alguna vez, pero puedes sanarlas, no las sigas arrastrando.
Haz un diario, habla contigo en el espejo, siéntate en silencio, dibuja, busca apoyo psicológico, lo que te sirva, pero PASA TIEMPO SOLO y sana. Idealmente hazlo en silencio (consejos aquí) y descúbrete, VUÉLVETE VULNERABLE , nadie te va a ver, no vas a salir, estás en una safe zone. Y abraza tus cicatrices, debes reconocerlas para poder sanarlas. Esta cuarentena puede ser el capullo en el que te transformaste en algo precioso.
¡El mundo se paró y no tienes distracciones! Durante el aislamiento hemos procurado las relaciones con todos, incluso con quienes hablábamos muy poco o están lejos. ¿Ya procuraste la relación contigo mismo?
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