Ram Dass fue uno de los maestros espirituales más importantes de nuestro tiempo. Era un académico e investigador en Harvard, donde trabajaba con drogas psicodélicas y la psicoterapia, hasta que realizó un viaje a India que cambió su vida y la dedicó a la práctica espiritual. Desde ahí, ha sido una referencia de maestro para millones en el mundo occidental.
Ram Dass, quien falleció en diciembre 2019, siempre tuvo una postura frente a la muerte que la hace parecer insignificante. Con Ram Dass podemos aprender que la muerte no es algo a lo que debemos temerle, no es un suceso de tristeza y dolor. Básicamente, Dass nos enseña que, si te has identificado con tu alma en esta vida, entonces sabes que la muerte es sólo un momento más.
En las tradiciones orientales, el estado de conciencia en el último momento de la vida se considera tan crucial que pasas toda tu vida preparándote para ello. En otras palabras, si hiciste el trabajo adecuado durante tu vida, si te identificas con tu alma y entiendes que no eres un cuerpo, la muerte no te hace nada. Es una simple transición.
De acuerdo con Ram Dass, Uno muere como uno vive. ¿Qué más puede prepararte mejor para morir que la forma en que vives? El chiste es estar donde estás, honestamente, conscientemente y tan completamente como sabes y puedes. Una vez que despiertas, que aprendes a vivir así, no puedes volver a dormirte por completo. Independientemente de lo que ocurra en el mundo, estarás ahí para amar, servir y recordar.
Hacer las paces con la muerte y estar plenamente en el momento te permite perderte en el amor: en el amor de la belleza y el temor de Dios manifestado, en amarte a ti mismo y a todo lo demás, el sufrimiento, el dolor, la alegría. Recuerda: en el presente eterno del momento estás libre de tiempo.
Entonces, si la muerte es el momento, ese es el momento. Cuando estás en ese lugar de apertura, todo es posible. En el momento de la muerte, te estás rindiendo y siendo cargado en los brazos del universo. Si dejamos ir a la ligera, salimos a la Luz, hacia el Uno, hacia Dios. ¡Qué delicia morir así!
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