Por Mary Gaby Hubard
El maestro Adán Paredes nació en la ciudad de México, donde estudió Antropología e Historia. “Sentía una necesidad de conocer la historia de mi vida y mi pasado”. Esta profesión lo fue acercando poco a poco a descubrir una pasión, que se convertiría en su forma de expresión… y de vida: la cerámica.
“Me acuerdo que desde pequeño me gustaba mucho jugar con la tierra. Yo viví en México en una época en la que había muchas construcciones con camiones que dejaban montañas de arena y grava en la calle, que se convertían en lugares ideales para jugar y hacer hoyos y cuevitas. Yo creo que desde ahí ya le metía la mano a la tierra. Después con la arqueología, empecé a restaurar piezas del mundo antiguo y me empezaron a generar una atracción especial”.
Así, una cosa llevo a la otra, y Adán se involucró cada vez más con este material. “Entré a un curso con un extraordinario maestro que se llamaba Hugo Velázquez, un pionero de la cerámica a alta temperatura aquí en México (…). Y con él aprendí una técnica, después puse un taller con unos amigos que me invitaron a participar y llevándolo de la mano con la arqueología, seguí en este camino de un material tan modelable, tan maleable… tan bello”.
A pesar de haber nacido en la Ciudad de México, Adán para la mayor parte del tiempo en su taller Los Alacranes, ubicado en Etla Oaxaca. “Desde joven una de mis inquietudes ha sido salir mucho. Me puse mucho a viajar desde muy chavo. Te estoy hablando de que a los 13 años yo tomé la decisión de salir a mi casa e ir a conocer lugares. El primer estado que yo conocí de niño, saliendo en esta aventura prácticamente infantil fue Oaxaca. Para mí dejo una huella muy clara, muy especial entonces cuando fui a Oaxaca y vi el lugar en el que ahora vivo, también fue muy azaroso, fue entrar y ver y decir “de aquí soy”. Y al año me estaba cambiando para allá”. Ahora lleva 15 años viviendo ahí.
Recientemente, invitado por Braulio Arsuaga Losada, director general de Grupo Presidente, el ceramista-escultor, el maestro creó 11 mil piezas de barro para cubrir las paredes del Chapulín, el nuevo restaurante de comida mexicana en el Hotel Presidente Intercontinental…“que yo creo que va a ser, sin temor a equivocarme, tal vez el mejor de México”, aseguró Adán. Cada una de las piezas está numeradas, y hecha a mano. Una por una. “Tuvo que haber muchas manos. Entonces involucramos muchas mujeres, con muchos maestros del oficio en Oaxaca”. Además de las mujeres de Oaxaca, Paredes colaboró con el arquitecto Rafael Zama en este proyecto.
En el Chapulín hay casi once toneladas de barro, distribuidas en 250 metros cuadrados. “Son como originales multiplicados porque ninguna es igual. En el relieve de cada pieza se siente la mano de las señoras. Si tú ves el muro, no te lo imaginas, pero si las mides te das cuenta que no todas están del mismo tamaño. Es como una imperfección perfecta”.
El escultor siempre ha tenido muy presente que su trabajo también puede generar un compromiso social. “El tema en los mosaicos se volvió el mole y el chocolate. Aquí es cuando deja de ser un recubrimiento cerámico para convertirse en una obra mural. Única en este espacio. El que hayan estado involucradas mujeres que cocinan en su cotidiano en su casa de Oaxaca, en donde hacen chocolate prácticamente diario, y mole en ocasiones especiales funcionó de maravilla para hacer la referencia”.
Él considera que el barro es un material que todo mundo debería poder tocar en algún momento, porque resulta hasta terapéutico. “Las señoras involucradas en el proyecto dejaron de cocinar en su casa, para cocinar estas “barras de chocolate”. Y lo bonito de esto es que son señoras que están en su casa prácticamente todos los días. Que no significa que no trabajen, pero que salgan y hagan algo completamente distinto las pone muy contentas. Se empoderaron de su papel y de su trabajo y lo hicieron muy bien. Yo te puedo asegurar que entraron de una manera, tal vez en algún caso con cierta timidez, a hacer un trabajo que no habían hecho antes.”
Después de años de trabajo, Adán es capaz de apreciar el valor que tiene aprender un oficio, que después permite crear arte. “Viviendo en un país con una expresión tan extraordinaria y fuerte en cuanto al manejo del oficio, considero que la técnica es importante pero si no aprendemos bien el oficio, es difícil expresarse. Hay personas que nacen con dones especiales y que pueden generar, en el caso del arte, cosas extraordinarias pero también creo que el saber acumulado y la práctica constante, y las horas y horas de trabajo te llevan a resultados que en algunos casos pueden ser sublimes. Pero que todo es parte del aprendizaje, para generar no solo objetos utilitarios sino obras de arte”.
Además de la extraordinaria obra mural, Barro, mole y chocolate, que creó para el Chapulín, obra mural algunas de sus obras se exhiben en el Museo de Arte Contemporáneo de Yucatán, el Museo de Arte Contemporáneo de Oaxaca, el Museo de Arte Latinoamericano de Los Ángeles, en la Pinacoteca del Centro de las Artes de Nuevo León, entre otros. También, tiene colaboraciones arquitectónicas espectaculares. No dejen pasar la oportunidad de acercarse a alguna de sus obras y disfrutar de su gran trabajo.
Twitter: @MGHUBARD