En otros países las vacunas prometen una vida después de la pandemia, en lugares como México, donde la aplicación de éstas es lenta pero segura (en ciertas zonas del país) aún sabemos que la pandemia estará aquí por un buen rato, sin embargo, el semáforo dictado por el gobierno nos sitúa en color verde y la vida sigue buscando regresar a la normalidad.
Esta normalidad a medias nos sitúa en una extraña etapa de la pandemia. Aún debemos usar cubrebocas en cualquier lugar cerrado, pero ya podemos ver restaurantes llenos, incluso filas de espera, las stories de la gente en el cine ya no son motivo de shaming y las de reuniones caseras llevan tanto tiempo en el feed que se dan por hecho.
Yendo más lejos, los parques están llenos, los espacios abiertos se encuentran cada vez más llenos y hay cosas que ahora están de moda que nunca habríamos imaginado. ¿Desde cuándo es que todos son fans del baseball?
Ante esta paradoja donde las personas de la tercera edad están casi completamente vacunadas y muchos jóvenes han ido a Estados Unidos por una dosis, es difícil saber quién está vacunado cuando sales a un restaurante, plaza o sitio público. Aunque apenas se ha vacunado a menos del 30 % de la población mexicana, los planes ya están rodando como una bola de nieve y cada vez son más. Esto sólo nos deja claro una cosa, en unos meses las agendas van a estar a reventar.
Todo esto parece un esfuerzo por recuperar el tiempo perdido. Este último año y medio nos cambió, nos hizo crecer y madurar de maneras que no lo esperábamos, pero a pesar de todas las promesas de cambio, en cuanto la rutina anterior se interpuso en nuestra nueva vida, caímos víctimas de la costumbre. Los cambios, así como los traumas de los últimos meses, seguirán, pero al parecer siempre estuvimos en vísperas de regresar a las salas oscuras, la música a todo volumen y las reuniones con pláticas bizantinas.
Ahora viene un nuevo FoMo, un miedo a quedar fuera de la conversación. Estamos en el punto en que vemos las stories de Instagram y una parte de nosotros juzga porque esto aún no termina y hay quienes ya salen, mientras que otra parte se pregunta porqué no estamos ahí. Antes nadie salía, pero el FoMo no había desaparecido, sólo estaba hibernando, por lo que vivimos una inactividad colectiva donde los eventos más importantes eran los de las series que veíamos.
Estamos a poco tiempo de que los bares abran por completo, los antros finalmente se llenen (legalmente) y la gente pueda salir sin pensar en el cubrebocas y en la distancia de un metro y medio. Esto supone un nuevo reto mental, asegurarnos de dejar una experiencia tan traumática en un lugar donde sepamos los riesgos que corremos, pero no nos paralicemos por el miedo ni nos confiemos demasiado.
También llegará el momento en que los planes serán tantos que nos será imposible asistir a todos, tal vez ya lo estás viviendo y la ansiedad te come. Recuerda respirar, así como durante un tiempo fue imposible hacer cualquier cosa, ahora también puedes alejarte, confiar en que tomas la decisión correcta y sólo asistir a los eventos que consideres necesarios y a los que realmente quieras disfrutar.
Cada vez será más normal viajar, pero también ver a otros hacerlos, ver que hay planes donde no estamos incluidos, que hay eventos a los que no podemos asistir y así, llegará el momento en que nuevamente recuerdes que es el día del concierto al que tanto querías ir, pero otros planes (la vida en general) te mantuvieron alejado del venue. El FoMo regresa, tal vez peor que nunca, pero debemos estar conscientes de él para no dejar que haga estragos con nuestra salud mental.