Los efectos de un ritmo de vida apresurado incrementan los daños en tu piel. Para comenzar, las largas jornadas de trabajo, la contaminación y la exposición al sol que si se suma a una dieta no tan saludable, tienen impacto en la complexión de la piel. Pues la deja deshidratada y propensa a daños prematuros. ¿La solución? Duerme.
El sueño es el tiempo en el que el cuerpo se repara y recupera. Pero también es la etapa en la que la mayoría de los productos son más efectivos porque logran profundizar más en la piel cuando estás en descanso. Así que si quieres mejorar tu piel, una mascarilla de sueño es la respuesta.
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Sí, incluye dos tus actividades favoritas: ponerte una mascarilla y dormir. Comúnmente al aplicar un tratamiento en la cara, lo que haces es dejarlo una o dos horas y retirarlo antes de ir a la cama. Sin embargo, ahora tienes que hacer lo contrario, aplica tu mascarilla preferida y vete a dormir.
No te preocupes por ensuciar la almohada, la mayoría de las mascarillas van más allá de la fórmula tradicional de arcilla. Ya sean de gel o crema, se absorben fácilmente en la piel y las de papel también son opción. Además, es mejor aplicarlas de esta forma ya que con el tiempo, las mascarillas remueven las células muertas en la piel. Incluso tratan el cutis a un nivel más profundo.
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