Vivimos en un mundo que constantemente nos abruma y nos sentimos como Mafalda queriendo decir: “paren el mundo que me quiero bajar”. Tenemos decenas de exigencias cada día, estrés, angustia por quedarnos “atrás”, y nos tenemos que estar adaptando constantemente a cosas que ni tenemos el tiempo para evaluar si es lo mejor para nosotros. Todo esto, mientras nos acabamos al planeta. Hoy más que nunca, son relevantes proyectos como el ‘Slow Movement‘ (Movimiento Lento) para que podamos recuperar nuestra vida y agencia en ella. ¿De qué se trata?
El Slow Movement comprende una reunión de personas en todo el mundo dedicadas al activismo lento, su primer y más destacado movimiento es el de Slow Food. El activismo lento busca una desaceleración del ritmo de la vida moderna que llevamos hoy, el argumento es que el capitalismo avanzado está dominado por una lógica que equipara velocidad con eficiencia. Entre más podamos hacer en menos tiempo, mejor. Pero, no estamos hechos para esto, hagamos una pausa.
De acuerdo con los activistas lentos del Slow Movement, las oportunidades para una relación contemplativa con los demás y el mundo en general natural están desapareciendo por la constante aceleración en la que se mueve el mundo. Y así, nuestro propio ser en el mundo se ve desafiado por una demanda incesante de decidir, responder y actuar sin el tiempo suficiente para comprometernos realmente con la complejidad de la vida. Esto nos afecta desde qué comemos, hasta cómo viajamos y cómo nos gobernamos.
El Slow Movement ha evolucionado para abrazar más conscientemente su práctica de activismo lento en todo el mundo. En parte, este activismo implica desafiar nuestros roles como consumidores pasivos en un sistema capitalista dedicado al crecimiento económico y al intercambio descontrolado. Ahí está nuestro verdadero poder de cambio. Al recuperar la lentitud, se extiende a los espacios culturales dedicados al “pensamiento”. en donde es posible detenerse, considerar y contemplar al tomar un decisión y saber que es la mejor para nosotros, la sociedad y el medio ambiente.
Este pensamiento o filosofía lenta es una forma particularmente profunda y sobre todo reflexiva de activismo lento. Así como el Slow Movement se basa, de manera moderna y contemporánea, en prácticas no dominantes, también lo hace la filosofía lenta. Es la práctica que desafía una relación instrumental con la vida, es, precisamente, el cultivo de una mayor atención. Nos permite tener estos encuentros intensos que nos abren a la belleza y la extrañeza del mundo, y esta intensidad es lo que posiblemente se encuentra en el corazón de todo activismo lento y de que recuperemos la estabilidad y paz. Conoce más sobre el movimiento y cómo comenzar a adoptarlo aquí.
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