La pandemia ha cambiado muchas cosas, nuestro estilo de vida se vio retado por una serie de cuestiones que nos ha hecho cambiar hábitos, costumbres y hasta hobbies. Muchos por desgracia se quedaron sin trabajo y tuvieron que idear la forma de seguir activos económicamente, tuvimos que aprender nuevas medidas de salud e higiene como la limpieza extrema de las superficies, usar cubrebocas, evitar saludar de mano y el acompañamiento del gel antibacterial, entre otras.
Nuestras habilidades sociales se vieron sumamente afectadas, la salud mental, nuestro cuerpo, la rutina de ejercicio, dieta y hasta la forma de vestir. Todo esto para aprender a vivir con un virus que nos atacó a todo el mundo, desafortunadamente terminó con la vida de millones y los sobrevivientes tuvimos que adaptar nuestra vida a tenerlo cerca eternamente.
Estoy segura que muchos de nosotros que tenemos la fortuna de seguir con vida no estamos conscientes de los años tan fuertes que vivimos en muchos aspectos.
Hablando de la vestimenta, se aceleró un cambio al reinado de las piezas cómodas y casuales. Dejamos de usar las prendas que eran consideradas de etiqueta como vestidos largos de noche, esmoquin o zapatillas de tacón, para darle paso a sneakers y otros complementos bastante cómodos para darles la categoría de «formal» cuando por años fueron solamente casuales.
Estamos presenciando un importante declive de la sastrería y ropa de noche, Salvatore Ferragamo lo entiende. La casa de moda italiana de artículos de lujo se ha concentrado en entender al nuevo consumidor post-pandemia para ofrecerle piezas que se adapten a su nuevo estilo de vida.
Para otoño/invierno 2022 creó una colección de ropa categóricamente «casual» que puede convertirse en este tiempo en «formal» sustituyendo a los vestidos largos de noche y trajes de etiqueta. Es una demostración que deconstruye los códigos de vestimenta potenciando la idea de usar únicamente lo que te haga sentir mejor sin enfocarte en si es «adecuada» para ti hablando de estereotipos de género, estación del año, cuerpo y «formalidad».
Salvatore Ferragamo acaba con los códigos establecidos para reconstruirlos en un espíritu de precisión liberada y expresión fluida compartida entre géneros.
Las piezas de mujer tienen dramáticos olanes, tejidos muy versátiles, body de punto, mini faldas de cuero, un trench con cinturón, bufandas, blusas cut out, botas, mocasines, hikers de suelas ultraligeras y suéteres clásicos.
En las piezas masculinas encontramos que se mantiene la silueta formal agregándole chalecos, chaquetas, parkas acolchadas, jerseys, sudaderas de nylon sostenible, pantalones de lana y suéteres con detalles artesanales. En ambos géneros destaca el juego del rayado exagerado y parcheo poco ortodoxo para reemplazar la formalidad con la ironía y la inteligencia de la «informalidad».