Después de una noche de fiesta –y unos cuantos drinks de más–, la mañana siguiente puede ser algo confusa. Cuando la conocida “cruda” aparece, ésta se hace notar. Te sientes desorientado, triste y como si miles de tus neuronas se hubieran esfumado así sin dar aviso. Sin embargo, todo eso tiene una explicación.
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No solo se trata de los shots o cuántos vasos de whisky tomaste, la realidad es que el alcohol apaga parte de tu cerebro cuya función es importante. El cerebelo que controla la coordinación motriz, la corteza cerebral que es la que te permite pensar y el sistema limbico, que se conoce como el “cerebro emocional” y cuya función tiene que ver con la aparición de los estados emocionales como el miedo, la felicidad o la rabia.
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Según el NIAAA (Instituto Nacional del abuso de alcohol y alcoholismo de Estados Unidos) no solo es el malestar de la resaca, sino que es uno de los síntomas que te hacen poner menos atención y por tanto provoca la sensación de estar desmotivado por completo (¿ahora tiene sentido el llanto?). El alcohol produce una sensación de euforia y reduce la ansiedad, así que al día siguiente llega el efecto opuesto.
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Por eso, cuando te encuentres en esta situación, lo mejor es hidratarte. Tal vez con un café, una bebida con electrolitos e incluso salir a dar una caminata resulta benéfico, aunque te sientas fatal. Eso hará que tú y tu organismo estén en movimiento y no caigas en la trampa de la depresión post-party.
Así que mejor, antes de esos shots para celebrar, piensa bien si estás listo para sufrir el efecto al día siguiente. Mínimo ya sabes el por qué te sentirás de esa manera.
