Una obra de arte por lo general causa sensaciones psicológicas en quien la admira. Y hay ocasiones en las que estas reacciones incluso se pueden volver físicas. Cundo sentimos asombro, se nos enchina la piel, nos sudan las manos.
En un estudio que hicieron científicos de Berkeley, en el que experimentaron con 200 adultos jóvenes llegaron a la conclusión de que cuando nuestro cuerpo percibe una amenaza suben los niveles de unas proteínas llamadas citoquinas. Éstas causan artritis, enfermedades del corazón, depresión y el Alzheimer.
Por otro lado, las emociones positivas (el asombro, principalmente) hacen que los niveles de citoquinas bajen y pueden llegar a ser tan saludables como ir al gimnasio.
Así, que la próxima vez que hagamos un recorrido por cualquier museo en el que las obras nos parezcan impresionantes, habrá que poner más atención a nuestras reacciones físicas y agradecer a los artistas por mejorar nuestra salud.