Recientemente han visto la luz algunos textos e investigaciones que nos ayudan a resolver una de las mayores incógnitas de nuestros tiempos, ¿por qué dejamos de leer? Esto evidentemente se puede atribuir a que cada vez nos cuesta más trabajo concentrarnos, a las secuelas del COVID o al ajetreado estilo de vida que llevamos, pero, en un mundo que premia al multi-tasking y el exceso de productividad, ¿no podríamos inferir que leer, así como mantenernos aprendiendo e informados sería parte fundamental de nuestra vida? Aparentemente, la respuesta es no.
Basada en un texto de Rose Horowitch, titulado “Los estudiantes de universidades de élite que no pueden leer libros” publicado en The Atlantic, Magali T. Ortega, conocida como @nenamounstro en Instagram (también bastante célebre por su #ChismecitoLiterario), abre el debate sobre nuestros cambios en los hábitos de lectura; en un reciente video, ella señala que los estudiantes entrevistados por Horowitch mencionaron que les “frustra” tener que leer libros completos y que esto viene desde la educación secundaria y preparatoria, en las que sus maestros ya no les requerían leer todo un libro, sino sólo capítulos de éstos o veces sólo cuentos, antologías o poemas.
Magali menciona también que debemos cuestionarnos sobre los nuevos tiempos que transcurren, en los cuales la velocidad en la que recibimos/procesamos la información, los productos audiovisuales con léxico cada vez más limitado y posibles deficiencias de las nuevas generaciones en sus capacidades de análisis y síntesis, deberían ocuparnos, mientras establece el debate de si debemos ajustarnos a la contemporaneidad o a mantener las formas en las que leemos/aprendemos desde hace siglos.
Aunque, aún hay esperanza… al menos, principalmente, para las mujeres. Estudios recientes han mostrado que las mujeres en la actualidad leen más que los hombres y esto puede relacionarse también, con otras investigaciones en las que se determina que son principalmente las mujeres quienes están abandonando las religiones, ¿pudieran estar estos dos indicadores vinculados?
En su controversial artículo “Por qué no hay hombres en los clubs de lectura”, publicado en El País, Ana Ribera García-Rubio puntualiza que ha encontrado una mayor apertura por parte de las mujeres a descubrir historias nuevas, relacionarse con presentaciones de libros, asistir a retiros creativos y otras actividades vinculadas en el mundo de la lectura, mientras que los hombres nos mantenemos más apáticos a abrirnos, explorar temas incómodos o simplemente enfrentar a nuestra sensibilidad. ¿Es cierto? ¿Será que los que estamos dejando de leer somos los hombres, mientras que un movimiento mundial de mujeres lectoras sigue creciendo? Todo indica que sí.
En México, de acuerdo con una nota publicada por Alejandro Moreno en El Financiero, más del 50% de la población en nuestro país indicó no haber leído un solo libro en lo que va del año. Mientras que, a través de las encuestas presentadas en dicho editorial, se extrajo que sólo un 1% de la población mexicana, pertenece a un grupo de lectores que ha leído más de 10 libros en un año. El 26% indicó haber leído uno o dos libros en el mismo periodo. En cuanto al sexo de lxs lectorxs, el 41% de quienes indicaban leer constantemente, se identificaban como mujeres, versus el 31% de hombres.
Miguel Ángel González Laguna, mejor conocido como @chino_lee, quien es generador de contenido literario (incluyendo reseñas, noticias e incluso impartiendo clubs de lectura) nos comenta lo siguiente sobre el tema, en respuesta a la pregunta: ¿A qué crees que se deba que como mexicanos/latinos, cada vez leamos menos?
“Creo que hay muchísimos factores que intervienen a la hora de que cada día leamos menos, no conozco al 100% las estadísticas reales, pienso que nos la pasamos leyendo, pero leemos principalmente mensajes de redes sociales, posts, en sí mismo no me parece un problema mayor, el tema es que este tipo de lecturas sólo apelan al entretenimiento vacuo y a lo mucho, a buscar información que confirme los sesgos ideológicos que tenemos. El verdadero problema es que cada vez leemos menos literatura y ensayos que nos requieran un esfuerzo activo, veo en este problema varias causas que enlistaré: 1) Falta de interés. 2) Requiere mucho esfuerzo. 3) No hay con quien compartir. 4) Inmediatez.”, comenta.
Profundizando en esto, Miguel Ángel menciona situaciones o sentimientos cotidianos que podemos encontrar en nuestro día a día, como el simple desconocimiento del para qué nos sirve leer, la falta de claridad acerca de lo que nos aportan los libros, el reto y la constancia que implican comenzar y terminar un libro y el no tener con quién compartir lo que estamos leyendo. También otro factor sería la falta de un acceso más democrático a la cultura, lo cual se puede atribuir a que la población en general considera las actividades artísticas como un asunto de élites, aplicándose también esto a la lectura: “el tema con los “intelectuales” o lectores más elevados, es que han perdido la distancia con las personas reales”, añade Chino Lee, para por último mencionar que está en nuestro papel como divulgadores culturales, el acercar a las personas a (re)descubrir el fascinante mundo de las artes.
Ricardo Moreno, quien produce contenido sobre libros y lectura en @loqueleopuntocom en Instagram, nos regresa a la cuestión de la enseñanza: “Considero que nuestro sistema educativo introduce la lectura en las generaciones en un mecanismo forzado que puede llegar a considerarse ´obligatorio´, donde lejos de acercarlxs a convertirse en ávidos lectores los aleja completamente y les crea barreras mentales que les distancian de esta bella actividad. Lecturas impuestas que en ocasiones no les permiten encontrar aquellos libros o temas de los que pudieran disfrutar al hacerlo por gusto”, a la par que expresa que debemos de leer libremente, sin sentirnos mal por los gustos que vayamos desarrollando en el camino o por compararnos con el resto y que todxs leemos a distintos ritmos y captamos distintos mensajes.
Entonces, a modo de conclusión encontraríamos diversos aspectos; nos hace falta fomentar el hábito de la lectura como parte de un proceso formativo integral, invitando a las nuevas generaciones a que descubran temas de su interés y los puedan explorar libremente a través de la literatura, abordando el proceso desde distintas perspectivas más alineadas a los tiempos actuales con el apoyo de las redes sociales, productos multimedia y el internet, viéndolos como aliados y no como rivales. Debemos fomentar el desarrollo de un ecosistema que se vaya expandiendo con el apoyo de la divulgación multiplataforma, la cual concluya con que tomemos un libro.
Otro aspecto a considerar puede ser el relacionarnos con “redes lectoras”, amistades, familiares o compañerxs de trabajo, quienes tengan interés por la lectura y de este modo, tengamos con quién compartir lo que leemos… dicho sea de paso, cada vez toma más hype el concepto de las “Fiestas de lectura”, en la que se asiste a un sitio a leer, compartir y divertirse, en la Ciudad de México las podemos encontrar de manera constante en @readingpartymx
¿Qué opinas?, ¿cómo podemos fortalecer a la lectura en México? O vamos un poco más a profundidad, ¿crees que es importante hacerlo?
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