Después de viajar por Louisiana y descubrir los secretos que esconde en ciudades pequeñas como Laffayete, Baton Rouge e incluso en antiguas plantaciones, nuestro viaje por el estado terminó en uno de los lugares más festivos del mundo: Nueva Orleans.
Anclada entre la tradición y la celebración, esta ciudad es una joya para los amantes de los viajes, pues tiene algo que hacer 24/7. Muchas veces la gente busca un lugar donde llenarse de historia y cultura, pero si quieren divertirse saben que deben visitar otro lugar. Las Vegas es un ejemplo. Una ciudad creada enteramente para brindar entretenimiento y que con los años ha construido su propia cultura e historia, pero no se entrelazan necesariamente.
Nueva Orleans es todo lo contrario, en cada aspecto de la diversión, hay una profunda tradición. Nuestra primer parada en la ciudad fue Vue Orleans, un mirador en el corazón de la ciudad lleno de tecnología de punta que te permite adentrarte en la historia de la ciudad desde diferentes ángulos. Antes de subir hay una serie de actividades interactivas donde puedes conocer más sobre la gastronomía, el legado musical, las fiestas que tienen una historia más allá de lo que puedes imaginar y más.
Vue Orleans te lleva al piso 34 del edificio en menos de un minuto y al salir podrás ver toda Nueva Orleans en su máximo esplendor. Desde las alturas puedes entender cómo el French Quarter se convirtió en el lugar más importante de la ciudad (y tal vez del estado), la topografía de una ciudad rodeada de agua, la importancia de la comunidad para mejorar cada aspecto del lugar y mucho más.
No mentimos al decir que aquí la cultura y el entretenimiento se mezclan y no hay mejor manera de explicarlo que con un edificio completamente dedicado a una bebida: el Sazerac. El edificio (entre Magazine y Canal Street, o sea, uno de los sitios más importantes de la ciudad) es un híbrido entre micro-destilería y una experiencia de coctelería. El Sazerac es la bebida de Nueva Orleans desde hace casi 200 años, aunque en Sazerac House puedes encontrar una gran variedad de licores americanos. Se trata de una variación única del Old Fashioned que tiene una historia única:
En 1838, el boticario criollo Antoine Peychaud inventó el Sazerac en su tienda en 437 Royal Street. El nombre de la bebida proviene del brandy francés favorito de Peychaud, Sazerac-de-Forge et fils. En algún momento, el coñac se sustituyó con whisky de centeno americano y en 1873, el cantinero Leon Lamothe agregó una poco de absenta. Cuando este licor fue prohibido en 1912 por supuestamente causar alucinaciones, el Sazerac terminó por tomar su receta moderna al cambiar la absenta por bitters de angostura.
La noche es especial en Nueva Orleans, pues en cuanto el sol se esconde, las luces de todos los restaurantes iluminan el centro de la ciudad y Bourbon Street es la calle más importante de la ciudad en ese sentido. Nuestra cena en Bourbon House nuevamente nos recordó por qué la comida de este estado es tan especial. Se trata de un restaurante especializado en comida de mar de temporada, por lo que todos los ingredientes son frescos para garantizar un sabor inigualable.
Este es un lugar para revivir los grandes festines del siglo XIX en las casonas de la ciudad, pues sus altos techos, servicio inigualable y una selección de las mejores bebidas hacen de Bourbon House una experiencia más allá de la comida.
Después de la cena, una pequeña caminata por Bourbon Street nos llevó a Preservation Hall, un pequeño y rústico lugar que permanece así para darnos una verdadera experiencia de jazz tal como nació en Nueva Orleans. El concierto pretende hacerte vivir una verdadera experiencia musical, por lo que cualquier tipo de fotografía o video está prohibido, pues se espera que absorbas cada segundo y lo disfrutes al máximo, cosa que hicimos y que realmente es la mejor manera de descubrir la cuna del jazz a nivel mundial.
Incluso para pasar la noche la historia se puede respirar, o por lo menos así lo descubrimos en el Higgins Hotel, un hotel de reciente apertura con inspiración en la Segunda Guerra Mundial. Con una decoración de art déco y colores neutros que recuerdan los colores oficiales de la bandera de Estados Unidos, este hotel te transporta a los años cuarenta. ¿Suena raro? La realidad es que este hotel de la cadena Hilton está justo a un lado del Museo de la Segunda Guerra Mundial, una de las atracciones más grandes e importantes de Nueva Orleans.
El National WWII Museum está localizado en Nueva Orleans porque ahí se construyeron los grandes botes Higgins que desembarcaron a los soldados en Normandía durante el D-Day. El museo es una verdadera obra de ingeniería donde puedes aprender todo sobre la participación de Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial, conocer los vehículos, aviones, armamento y mucho más.
Se trata de una experiencia inmersiva y extensa, por lo que si quieres conocer el museo a fondo necesitas más de un día para recorrer sus distintos edificios con toda la calma del mundo. Incluso hay una película interactiva narrada por Tom Hanks donde te dan un pequeño resumen de lo que los soldados vivieron en Europa y Asia durante esa época.
Nueva Orleans es una de esas ciudades que no te deja descansar, pues al terminar una actividad ya hay otra esperándote y es que si quisieras perdértela, solo estarías decepcionado al saber lo que dejaste pasar. Sin importar las horas que pasamos caminando en el museo, nuestra energía se renovó al llegar a Mardi Gras World, el lugar donde se construyen y resguardan todos los carros alegóricos del festival más importante de Nueva Orleans.
Con una historia que se remonta al final de la Segunda Guerra Mundial, aquí puedes encontrar las mejores representaciones que montan en los carros alegóricos y realmente conocer la historia de Mardi Gras, que más allá de lo que se retrata en la televisión, es una tradición de liberación y unidad para la gente de todo Louisiana.
No importa qué día sea o cuánto lleves en Nueva Orleans, nunca puedes dejar pasar la oportunidad de comer en los restaurantes más tradicionales de la ciudad, por lo que nosotros terminamos en Tujague’s, un favorito de NOLA desde hace más de 160 años. Aquí puedes ordenar el Table D’Hote, el único menú que el restaurante sirvió desde 1856 hasta 2013 y que consta de cinco tiempos. Sin embargo, también puedes optar por otros platillos que han mantenido al restaurante como uno de los mejores de la ciudad.
Tujague’s fue la culminación de todo lo que comimos en nuestra visita a Louisiana. Aquí también se sirve gumbo y sopa de tortuga, pero se hace con una tradición de más de 150 años, por lo que la historia se respira en cada platillo. Y claro, los cócteles también son una verdadera delicia que no puedes dejar pasar.
Ninguna visita a Nueva Orleans está completa si no recorres Bourbon Street por la noche. Aquí se vive el French Quarter como muchos lo imaginan. Los bares tienen música a todo volumen y te invitan a entrar por un trago. Si el Sazerac es el que cuenta la historia de la ciudad, el Hurricane es el que está haciendo historia. Este trago puede ser bastante complejo, pero al comprarlo en Bourbon Street son cuatro shots de ron con un poco de jugo y estás listo para seguir caminando, cantando, bailando y comiendo.
Definitivamente Nueva Orleans fue una manera perfecta de terminar un viaje tan intenso y lleno de aprendizajes. La vida en Louisiana no es como uno imagina y definitivamente no hay manera de compararla con el resto de Estados Unidos. Antes de partir tienes que probar los famosos beignets del Café du Monde, que son únicos de Nueva Orleans, pero que gracias al surrealismo de esta ciudad, los puedes encontrar en el French Quarter o en la terminal del aeropuerto antes de partir a casa.
Todas las fotografías y videos fueron tomados con un motorola Edge 20 Pro.
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