Por Mary Gaby Hubard
La frase de Albert Einstein “El arte es la expresión de los sentimientos más profundos por el camino más corto” descansa en una de las paredes del estudio de Natasha Gray, fiel creyente de que cuando se trata de arte no hay que buscar lo rápido, sino lo justo.
“Desde que era muy chiquita yo ya sabía que esto era lo que quería hacer toda mi vida”. Así comenzó la carrera de Natasha, una artista plástica que tuvo la suerte de hacer de su pasión su estilo de vida.
Comenzó a estudiar en México, en la Academia de San Carlos pero no terminó pues estaba en busca de bases técnicas mucho más sólidas. “Se saltaban de un punto de cero y trataban de hacer que uno simplemente pudiera conceptualizar sus obra pero sin enseñarnos los pasos técnicos”.
En búsqueda de una formación enfocada al craftmanship del artista, Natasha viajó a Nueva York. En esta ciudad, se encontró con un hombre que se convertiría en su maestro, su compañero, su marido y el padre se sus hijos: Miguel Argüello.
Miguel, fue uno de los grandes pintores españoles realistas en los años 70. “Con él aprendí a pintar de verdad. Pasaba horas observando un objeto, y lo dibujaba para después volverlo a dibujar. Me fijaba en la sombra, en la luz. Él me enseñó todo lo que sé”.
Con él vivió los inicios de su carrera. Argüello le enseñó a pintar óleo con mucho rigor, mucha observación, y con mucha medida.
“Cuando conocí a Miguel en Nueva York, él era mucho mayor que yo, y llevaba muchos años viviendo ahí. Entonces me dijo ¿por qué no nos vamos a pintar paisaje pero del natural? Al desierto, en un camper”. Para Natasha, que en ese momento era una jovencita, esta resultó una aventura muy emocionante.
Se suponía que solamente iban a pasar dos años ahí. Tenían un Camper chiquitito, sin baño, cocinaban afuera en la fogata, no tenían tele, ni radio, ni teléfono y mucho menos celular. Para cualquiera, esto parecería casi un martirio, pero no para estos dos artistas. A ellos les gustó tanto que extendieron su estancia ¡ocho años! Y probablemente se hubieran quedado más tiempo, pero nació su primera hija y en el desierto todo es peligroso, así que se tuvieron que ir.
De regreso a la ciudad, Natasha tuvo su primer exposición individual “Un artista del mundo flotante”, conformada por las obras que pintó en el desierto.
Después de ocho años de vivir ahí, la artista nunca perdió la capacidad de sorprenderse. “Yo iba caminando y me encontraba con cráneos de antílope, de vacas, de jabalinas. Pero ya no son cráneos, se vuelven parte de tu paisaje, y los ves y dices ¡qué esculturas más hermosas!”
Entre los cuadros de su primera exposición, hay uno que Natasha nunca quiso vender. “Estaba pintando en un cuartito, detrás de la iglesia, y me avisaron que se había muerto una niña del pueblo. Me pidieron que sacara todas mis cosas, porque el funeral iba a ser en ese momento. De pronto, la familia de la niña ya venía subiendo por la montaña y de un momento a otro entró el ataúd con la niña, y el papá y me dijo: tú eres artista, por favor ¿podrías maquillar a mi hija? Es algo que jamás se me va a olvidar. Un segundo estaba pintando mi cuadro, y al otro la carita de una niña muerta. Cuando la acabé de maquillar, su papá me dijo Gracias, otra vez se ve como mi hija”
Tiempo después, Natasha regresó al desierto y estaba sentada en un porche, cuando de pronto llegó el papá de esta niña. “Y me vio y se acordó perfectamente de mí. Me abrazó y nos pusimos a llorar los dos. Habían pasado ocho años”.
Años después, murió Miguel su esposo. “Cuando él se muere, todas estructuras tan firmes y un poco rígidas con las que yo había estado trabajando se tambalearon completamente. Entonces empecé a buscar otras formas de decir lo que yo quería de manera quizá más simple”.
Ese fue el momento en el que empezó a experimentar con alambre. Lleva seis años haciendo dibujos y tejidos de este material. “Mi camino no lo tenía muy definido porque había estado trabajando bajo la sombra de este enorme pintor, y lo que tenía era realmente una escuela increíble. Pero yo realmente busco la poesía en las cosas. Busco expresar algo muy profundo con una línea, con una ramita, con un alambre”.
“Lo que hago es buscar el concepto que quiero, y luego investigo todos los materiales y la técnica para expresarlo”. Todas sus exposiciones son muy diferentes. En este caso el tema son los móviles, que forman un murmullo.
“Murmullo es el nombre de las parvadas de pájaros que hacen nubes en el cielo. Es un pajarito que se llama estornino y el aleteo de tantos pájaros juntos crea una especie de “murmullo”. Se refiere a estas parvadas de pájaros, que vuelan así para protegerse de los depredadores al atardecer. Cuando ves de lejos un murmullo, ves nubes negras.”
Además de los móviles en su exposición, hay un cuadro de lámina en el que se muestran a los pájaros un poco más de cerca, algunas fotografías con alambre y dibujos que son un close up a estos pájaros.
Murmullo se conforma de trés móviles: uno grande, con 1307 pájaros, un espiral con 350 y uno pequeño con 280. La técnica la inventó ella, son pájaros chiquitos de tul, con un balín en el centro colgados con hilos de nylon. Se exhibirá a partir del 11 de abril en el Museo de Arte Contemporáneo Ateneo de Yucatán MACAY
“Un murmullo tiene que ser etéreo, tiene que flotar, tiene que impresionarte pero al mismo tiempo darte paz”.
Twitter: @MGHUBARD