Por María José Landa
Una de las maneras más antiguas de expresión del hombre es la escultura, desde eras milenarias este medio ha comunicado tanto los más subjetivos sentimientos, como las formas de protesta con más impacto en la historia de la humanidad.
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No es sorpresa encontrar situaciones que sean fuente de inspiración de aquellos denominados artistas, no obstante, el hecho de involucrar al público dentro de todo el concepto artístico de una obra se ve en menor medida dentro del mundo de la escultura, y esto es precisamente lo que hará Bosco Sodi el próximo 7 de septiembre.
La pared de ladrillos de 2 metros de alto por 8 de largo será erigida dicho día en la madrugada y estará expuesta hasta el anochecer, momento en el que el público será invitado a remover una por una las 1600 piezas que conforman esta escultura y que fueron creadas de manera artesanal en el estudio del artista en Oaxaca, México.
El contexto en el que se encuentra inmersa esta obra – de principio a fin – es principalmente el ambiente de tensión que viven tanto la parte mexicana como la americana ante las actuales políticas migratorias. Dentro de los elementos connotativos que esconde esta nueva propuesta de Sodi, se encuentra la participación ciudadana como origen de un cambio social.
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Así mismo, la efímera naturaleza de esta obra alude a la unión de esfuerzos de cada individuo dentro de los diferentes órganos sociales para “remover” cualquier obstáculo que se presente en el camino a través de un concepto y sentimiento de empoderamiento del individuo. En este caso, dicho obstáculo es la situación que vive la zona fronteriza México-Estados Unidos.
Nota publicada originalmente en Forbes Latam
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