Si en 2019 nos hubieran dicho que México se posicionaría como el tercer país más visitado del mundo en 2020 habríamos celebrado como nunca. Sin embargo, hay muchas otras cosas que en 2019 no creíamos que sucederían. ¿Cómo es que actualmente no celebramos el aumento en el turismo en México?
México es un país inmenso, que subsiste gracias a distintas industrias y sectores, pero eso no implica que el turismo no sea una fuente de ingreso importante (en 2018 aportaba el 9 % del PIB), y en algunos destinos realmente se trata de la principal actividad económica. Es en estos lugares donde las restricciones impuestas debido a la pandemia han obligado a los empresarios y trabajadores a elegir entre trabajar o quebrar, y el resultado no ha sido alentador.
Gracias a las pocas restricciones para viajeros internacionales, México tuvo casi un millón de visitantes en noviembre de 2020, lo cual representa un 50% menos de gente que durante la misma fecha el año anterior. Pero aún así, supone un número alto pensando que en esa época los contagios se dispararon y los hospitales estaban casi en su máxima capacidad.
Sin embargo, comenzando el 2021 nos enfrentamos a una realidad que no imaginábamos, millones de personas se encuentran en casa, otras salen para realizar actividades esenciales. Al mismo tiempo, hay un brote en Tulum después de que se organizó un evento con más de 200 personas sin medidas de protección.
En la Ciudad de México, epicentro de la pandemia en México, se ha registrado un número importante de extranjeros llegando a vacacionar o a vivir temporalmente, pues consideran que en la ciudad pueden moverse de manera mucho más libre que en los países que dejaron atrás. De acuerdo a Óscar Lopez para el New York Times:
Con sus calles arboladas y cafés pintorescos, la Roma y la Condesa, barrios exclusivos de la ciudad, atraen a expatriados que durante años han intentado escapar de los alquileres altísimos en Nueva York o Los Ángeles. Pero, con un número cada vez mayor de jóvenes que trabajan desde casa, la zona que es conocida como el eje de lo cool se ha vuelto aún más atractiva, aunque los residentes de Ciudad de México enfrentan una crisis de salud pública.
Como ocurre en gran parte del mundo, los más ricos suelen ser los menos afectados. En la Roma Norte, el contraste fue vívido: en una esquina, los mexicanos de clase trabajadora hacían fila durante horas para poder comprar tanques de oxígeno para los familiares enfermos de la COVID-19 que tenían en casa y, a cuadras de distancia, personas acomodadas hacían fila para comprar croissants.
Esta doble vida de la ciudad ha sido evidente desde hace mucho, pero con la pandemia se ha contrastado aún más y a pesar de las repercuciones muy reales que se veían antes, ahora estar del lado equivocado puede ser la diferencia entre la vida y la muerte. Este aumento de turismo en México, está saliendo más caro de lo que pensamos.
Como todo en el mundo real, la problemática no es fácil de comprender y mucho menos de solucionar. Así como el turismo, el sector restaurantero está sufriendo como pocos y ha llegado a adoptar el lema “Abrimos o morimos”, pero sin duda es importante actuar de manera responsable y empática. Aunque los canales oficiales no impongan restricciones fuertes, es importante cuidar la salud de las personas de la comunidad en la que se está y no hacer reuniones o fiestas en las que incluso hay meseros (hay reportes de fiestas de ese estilo en la Condesa).
Encontrar la manera de viajar y divertirse es posible en México, pero en momentos tan complicados como el que vivimos, el sentido común y la empatía deben prevalecer y aunque nada nos impida realizar esos viajes, esas reuniones y esas fiestas, debemos cuidarnos y cuidar a los demás.
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