¿Eres de los que se enoja y simplemente no puede dejarlo ir? “¡Era COMPLETAMENTE su culpa!”, te repites una y otra vez. Y bajo cualquier estándar, posiblemente tengas toda la razón. Pero, ¿es sano pensar así? La realidad más simple y básica es: no, y nada cambia por el hecho de que tú tengas la razón.
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Seguro te cae muy mal que te digan “ten compasión”. Si es el caso, por favor, sigue leyendo. Es por tu salud. Te quiero explicar cómo practicar esta virtud no sólo te ayudará a existir (y co-existir) de una manera más ligera y feliz, si no que tu salud literalmente ser verá mejorada.
Lo primero que tenemos que entender, y la regla de oro es: cada quién actúa de acuerdo a su nivel de consciencia. Todos aquí estamos tratando de lidiar con cada cosa que nos avienta la vida de la manera que mejor podemos. Por eso, lo primero que tienes que hacer es practicar la compasión contigo mismo.
Ahora, hay un campo de investigación emergente que analiza cómo la compasión y el entrenamiento de la misma, a través de diferentes prácticas, pueden mejorar la salud y fortalecer nuestros lazos sociales. Con monitores cardíacos, escáneres cerebrales, análisis de sangre y encuestas psicológicas, los científicos han logrado ver lo que realmente sucede en el cuerpo y la mente humana cuando reconocemos el sufrimiento (propio o ajeno) y lo abordamos de una manera cariñosa y amorosa. Qué interesante, ¿no?
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Estudios recientes muestran que cuando las personas son compasivas, especialmente hacia sí mismas, su variabilidad del ritmo cardíaco (las fluctuaciones en el tiempo entre los latidos cardíacos) aumenta, está relacionado con una capacidad mejorada para calmarse cuando está estresado. Investigaciones como ésta han relacionado la autocompasión con tasas más bajas de depresión, ansiedad y estrés, y tasas más altas de felicidad y función inmune mejorada.
Todo esto sucede en tu sistema nervioso. El nervio vago activa dos sistemas clave en el cuerpo que impactan en cómo te sientes: el sistema nervioso parasimpático (el que se activa cuando estás en modo de reposo) y el sistema nervioso simpático (tu mecanismo de lucha o huida). Las prácticas de compasión te ayudan a encender más fácilmente tu sistema nervioso parasimpático. Entonces, te vuelves más tranquilo y relajado, y tu cerebro funciona al máximo.
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Además, la presión arterial y frecuencia cardíaca disminuyen, y tu sistema inmunológico se fortalece. Por otro lado, cuando el sistema nervioso simpático está comprometido, la presión arterial y la frecuencia cardíaca aumentan. Tu cerebro no está tan afilado como de costumbre y las hormonas del estrés (como el cortisol, la epinefrina y la noradrenalina), así como las proteínas inflamatorias (que están asociadas con el inicio de la enfermedad) se liberan al torrente sanguíneo.
Los ejercicios son muy simples y están a nuestra disposición cuando sea en donde sea. Frases de afirmación de palabras de amor propio o practicar el amor con aquellos que más nos cueste trabajo son excelentes ejercicios para mejorar tu salud. ¿Lo usarás?
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