El curso que ha tomado este año no lo veíamos venir. Pero no lo vimos porque decidimos ignorarlo, no porque no había señales. Lo que estamos viviendo ahora es resultado de cosas que llevaban años cocinándose, de negligencia y de negación de realidades. Lo hicimos por tanto tiempo, que ahora nos sorprende la magnitud de las cosas, decimos: “todo está fuera de control”. Y sí.
A mitad de una pandemia, iniciaron protestas y movilizaciones civiles fuertes en todo el mundo. Está habiendo un despertar muy fuerte para la humanidad, ya no podemos ignorar los problemas climáticos, de desigualdad, abusos de poder, de brutalidad policiaca, y muchas cosas más. Se abrió una lata de gusanos y ya no hay forma de regresarlos, es momento de actuar. Pero el tema con el activismo es que, nunca sabemos cómo hacerlo de manera correcta.
En un mundo donde las redes sociales rigen nuestro comportamiento, nunca vamos a estar bien. Si decimos algo, nos atacarán por decirlo mal; si no decimos nada, es peor. Es muy confuso, y no sólo eso, da miedo. Si estás como yo, posiblemente te preguntas: ¿Por dónde empezar? Lo primero y más importante es educarnos e incomodarnos. Al hacer esto, querrás tomar acción. Como sea que quieras empezar, es bueno y además, puedes integrar prácticas de mindfulness en el activismo que decidas hacer.
El activismo sólo suma si viene desde un lugar amoroso y es constructivo, no sólo por reaccionar. De lo contrario, sólo serán pleitos eternos y pierden el punto. Pero si estás leyendo esto, es porque sabes que desde una práctica como la meditación o el yoga, puedes hacer cambios importantes y por eso, sabrás que los siguientes conceptos puedes integrarlos fácil en tu activismo y sabrás que estás siendo parte de la transformación.
No existe el “otro”. Todos estamos conectados, no hay forma de separarnos, eso es imposible. Es como querer separar una ola del mar. Muchos problemas vienen cuando vemos a alguien más como algo diferente, y se convierte en un “otro”. Al ver algo diferente, surgen miedos y rechazos, y actuamos con base en eso y pues, ya sabemos qué pasa cuando creemos que somos diferentes (Holocausto, ¿te suena?). Como dice mi maestra de meditación, “Si yo soy todo el océano expresado en una ola, entonces cada ser vivo también es el océano expresando su individualidad en una ola. Por lo tanto, si todos venimos del océano infinito de consciencia, estoy conectado con absolutamente todo. Esa experiencia me quita la idea de “otro”, me quita le miedo y lo remplaza por amor, compasión y empatía”.
No reacciones. La misma palabra “reactivo” suena a bomba, ¿no? Y es porque una respuesta automática a algún estímulo es normal, pero es muy primitivo. No debemos reaccionar, debemos accionar. Prácticas como la meditación o el midnfulness, nos ayudan a dar un espacio entre el estímulo y la respuesta. Y es en ese espacio donde tenemos el espacio para elegir qué tipo de respuesta será más impactante y constructiva. Cuando no tenemos la mente en 10,000 diálogos, hay espacio para acceder a nuestra fuente creativa capaz de encontrar solución a cualquier problema. Entra en tus meditaciones y practica ese acceso a la sabiduría infinita, se irá imprimiendo en ti y sabrás qué decir y cómo hacerlo.
Transformación de consciencia = transformación de nuestro ser. Cuando hacemos nuestras prácticas, contactamos con partes de nosotros que no sabíamos que existían. Por segundos, no somos nada y somos todo, somos infinitos. Literalmente se siente eso y así, cuando salimos de la práctica, continúa algo de ese sentimiento. Existimos diferente, estamos en un nivel de consciencia más universal, más despierto. Actuar desde ese lugar, hace toda la diferencia. Cuando nos sentimos fuertes y establecidos en la paz interior, cualquier adversidad tiene solución, y todos ayudaremos a encontrarla. Notarás el odio y el dolor, pero lo sostendrás y lo convertirás en esperanza.
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