Harry Styles ha atravesado demasiado en 10 años de carrera como para merecer el odio de muchos supuestos melómanos que critican a cualquiera que salga de una boy band. Sí, tal vez así inició su carrera, pero desde ese momento ya llevaba una vida preparándose como cantante y showman, por lo que en su nueva etapa como solista lo mínimo que podemos hacer es darle el crédito como artista.
Sí, tal vez se consolidó como un ícono queer justamente cuando el movimiento ganó aceptación global, tal vez es uno de los cantantes más apuestos que han existido y sí… su repertorio está repleto de homenajes a Juan Gabriel, pero también es alguien que ha logrado trascender musicalmente, sobre todo con su segundo disco, Fine Line.
Styles sorprendió a todos con su primer disco, pero el segundo simplemente superó las expectativas. Las baladas son realmente íntimas, Falling es algo que sin duda podrías escuchar cantar a U2 en sus mejores años, mientras que los grandes éxitos como Adore You o Golden demuestran que el pop está en su mejor momento.
Nuevamente se encuentran referencias y homenajes a los músicos que marcaron al cantante, desde Pink Floyd, Elton John y The Beatles hasta Shania Twain y Van Morrison. Aunque podemos encontrarlas a lo largo del disco, es en Watermelon Sugar donde encontramos a un artista que ha encontrado un estilo propio, que utiliza elementos del pasado, pero los hace sentir frescos y accesibles.
Con 10 años de carrera Harry Styles ha estado en una de las bandas más influyentes de los últimos años, ha aparecido en una película del director más poderoso de Hollywood y tiene dos discos como solista que demuestran que más que romper el molde, él hace que los moldes se acoplen a él.