Sonreír no es algo que consideraríamos complicado, ¿de acuerdo? Sientes una emoción feliz, las orillas de tus labios se levantan, tus cachetes también y tus ojos se arrugan. El efecto general de tu cara y mirada le dice al mundo exterior que te sientes feliz por dentro. Es simple y, en la mayoría de los casos, totalmente espontáneo. Normalmente, sonreímos sin hacer un esfuerzo.
Pero esa misma expresión no se puede replicar cuando nos sentimos tristes, cansados, enojados o abrumados. Incluso, cuando estamos mal y alguien nos sugiere un clásico “sonríe, te sentirás mejor” puede no solo parecer imposible, si no que el enojo o tristeza se intensifica (honestamente, es un mal consejo, pero eso es para otro momento). Pero no está completamente equivocado, al parecer, fingir una sonrisa puede ayudar a sentirte mucho mejor.
Algunos estudios científicos han demostrado que el simple hecho de sonreír (aunque sea falso) puede levantar el ánimo, reducir el estrés, estimular el sistema inmunológico y posiblemente hasta prolongar la vida. Esto se debe a que al forzar una sonrisa, engañamos al cerebro y puede reducir legítimamente el estrés y disminuir la frecuencia cardíaca. Pero, ¿cómo sucede esto?
La Dra. Isha Gupta, neuróloga de IGEA Brain and Spine, explica que una sonrisa estimula una reacción química en el cerebro, liberando ciertas hormonas, como la dopamina y la serotonina. “La dopamina aumenta nuestros sentimientos de felicidad. La liberación de serotonina se asocia con una reducción del estrés. Los bajos niveles de serotonina están asociados con la depresión y la agresión“, dice el Dr. Gupta. “Los bajos niveles de dopamina también están asociados con la depresión”.
Entonces, fingir una sonrisa puede engañar a tu cerebro para que crea que eres feliz, lo que puede generar sentimientos reales de felicidad. Cuando el cerebro nota la actividad muscular de la sonrisa, asume que el humor está ahí realmente. En cierto sentido, lo puedes engañar. No se molesta en discernir si estás sonriendo porque estás realmente alegre o únicamente fingiendo. Así que, ahora más que nunca, ¡es momento de sonreír!
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