Ser alegre y mantener una actitud positiva ante los momentos difíciles es algo maravilloso, es un ejercicio muy poderoso y muchas veces puede ayudarte a sufrir menos cosas que no merecían la pena. Pero, ¿qué pasa cuando esa “actitud positiva” se convierte en negación? Si eso explota, no va a salir nada bien. Como ya sabemos, esta vida se navega sólo con balances y los vamos aprendiendo después de que el péndulo ya fue y regreso a ambos lados, está bien. Pero una cosa que he aprendido es: HAY QUE RECONOCER LOS SENTIMIENTOS FEOS Y LIDIAR CON ELLOS. No hay de otra.
Parte del amor propio (del cual hablamos aquí), es la autoaceptación incondicional. Espero que, algún día, atender a nuestros sentimientos y emociones sea tan común como cuidar de nuestros cuerpos. La mayoría de nosotros no sabemos cómo manejar nuestras emociones difíciles. Cuando surgen el enojo, la tristeza, el vacío o dolor, automáticamente queremos subir ese escudo que nos ayude a evitar sentirlo, en esperanzas de que desaparezca o lo olvidemos. Shocker: no se va a ningún lado, luego regresa con más fuerza.
Algunos de los patrones más comunes que las personas usamos para “lidiar” con emociones difíciles son evasión, protección, juicios, enojarnos o caer en depresión y/o ansiedad. Al no estar en contacto con nuestros sentimientos lo suficiente como para saber que los tenemos, o reconocerlos, salen de otras maneras, a veces poco saludables. Si un amigo dice algo molestoy quieres evitar un confrontamiento, ¿no?. Pero ocultar sentimientos verdaderos puede evitar que tengamos interacciones auténticas con las personas con las que nos sentimos más cercanos.
Otra escapatoria muy común es juzgar. Cuando no nos sentimos seguros y cómodos con nosotros mismos, es más probable que juzguemos a los demás. Lo cual puede llevar muy fácil al enojo. Expresar ira puede hacernos sentir poderosos cuando nos sentimos débiles. Es muy común reaccionar con enojo y lo peor es que casi siempre es fuera de proporción. Depresión y ansiedad. Es normal sentirse incapaz de lidiar con la tristeza o el dolor y está bien estar triste, pero es un problema si nos odiamos por sentirnos así. Al querer controlar la situación y lo que empieza a burbujear dentro de nosotros, llega nuestra amiga la ansiedad. ¿Qué hacer?
El secreto está en HONRAR LAS EMOCIONES
Tú y yo y todos sabemos que estas emociones, al igual que las buenas, existen dentro de nosotros. Y no hay absolutamente nada malo en que existan, están ahí para ayudarnos a sobrevivir. ¿Y qué crees? Dejarte ser vulnerable es de lo más valiente que alguien puede hacer, es SANO. ¿Sientes algo desagradable venir? Hay tres simples pasos que puedes practicar para empezar a contactar con tus sentimientos y validarlos.
Pausa: no siempre requieres una sesión de terapia completa para lidiar con algún sentimiento. Cuando surjan emociones difíciles, acostúmbrate a detenerte y considera cómo te sientes. Observa las sensaciones físicas: ¿garganta apretada? ¿El corazón late rápido? ¿El estómago es un nudo? Solo reconocer estas sensaciones es un paso importante. Respira: concéntrate en el flujo natural de tu respiración. Puede ayudarnos a sentirnos tranquilos y evitar que nos quedemos atrapados en nuestros sentimientos de ese segundo. Y reflexiona: no te resistas a cómo te sientes. Mejor piensa por qué podrías estar asustado, ansioso o frustrado. Son emociones naturales, pero aprender lo que desencadena estos sentimientos puede ayudar a manejarlos de manera más efectiva la próxima vez que surjan.
Las emociones difíciles son parte de la experiencia humana. Hay que aprender a estar seguros en la vulnerabilidad. La verdadera fuerza no es pretender no sentir es el coraje de saber que nuestros sentimientos están bien.
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