Detrás de la espectacularidad, el exotismo y la extravagancia de Beyoncé está Solange quien construye una carrera paralela y, posiblemente, complementaria. En donde la primera encuentra las formas más masivas de comunicar la filosofía de la cultura negra en una siempre atinada forma de #representationmatters.
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La segunda se toma el tiempo para crear pequeños ensayos sonoros que ayudan a comprender su historia, su desarrollo y su contexto actual. Por cada explosividad de una, hay un tesoro de aprendizaje cortesía de la otra. “When I Get Home” es probablemente el disco que mejor representa esta teoría.
Mientras su hermana grababa visuales en el Museo de Louvre junto a Jay Z, Solange trabajaba en coreografías artísticas que evocaban a raperos de su natal Houston para anunciar su nuevo disco en un tono misterioso, casi anónimo, que terminaría por estrenarse en una página dedicada a la cultura afroamericana. Es alguien detallista que parece no equivocarse con cada nueva aventura.
El disco, lanzado tres años después de su exitoso “A Seat At The Table”, es todo lo que el título sugiere y un poco más. En su nuevo manifiesto, Solange es casi una historiadora y al mismo tiempo una visionaria. Mira hacia atrás para poder ver hacia al frente. Está compuesto por 19 canciones y apenas un par de ellas rebasan los tres minutos promedio de duración. Es un conjunto de viñetas, un recorrido en postales por esa ciudad de Texas, hogar de su autora.
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En las manos de Solange, Houston es un epicentro de talento de música
afroamericana y su demostración trae consigo invitados como Devin The Dude o Mike Jones en su parte contemporánea, mientras que el espíritu del soul y el R&B de los sesenta siempre está intacto (de Stevie Wonder a D’Angelo). Al igual que otros discos como “Negro Swan” de Blood Orange o “Some Rap Songs” de Earl Sweatshirt, éste está compuesto por interludes y canciones que se valoran más en el contexto del disco total. Escucharlo de inicio a fin es necesario para poder apreciar todas sus virtudes.
Es un conjunto de sampleos y mantras. La repetición aquí también es fundamental, como si Solange quisiera dejar en claro cada una de sus afirmaciones, al mismo tiempo que se inserta musicalmente en el espectro del Afrofuturismo, un término que bien puede describir su acertada insistencia a la referencia. Aquí hay ideas que no dejan de mutar y que van desde los libros de Octavia E. Butler hasta los discos de Erykah Badu y Janelle Monáe. Es casi un collage que esconde sorpresas en todos sus componentes.
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Por eso es que “When I Get Home” podría parecer una obra sin terminar a primera escucha. Pero conforme más se aprende de él, mayores son las recompensas. El conocimiento abre sus puertas. En un mundo en el que Beyoncé se ha convertido en la portavoz oficial de una cultura que ha levantado la voz por años, tener a Solange respaldándolo todo con profundidad es algo que se debería de aprovechar. Poco más de media hora dura el disco, suficiente tiempo para empezar a hacerlo de una vez por todas.
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