En Solid Ground, uno de los últimos tracks del tercer disco de Michael Kiwanuka, el cantante explora la desesperación, el desasosiego y la soledad con un toque religioso, se pone de rodillas y busca una voz, sabiendo que no pertenece a este lugar, ni a uno más allá de este reino. El lamento de Kiwanuka crece mientras busca un punto firme, sabiendo que no lo encontrará
Esta canción, con tintes religiosos salió al mismo tiempo que Kanye West, la figura más grande de la música contemporánea, lanzó un disco 100 % cristiano, la similitud puede ser casualidad, pero sin duda Kiwanuka se queda con el premio, pues a diferencia de las letras planas de West, él logra hacer que todos conectemos con él, aún si no creemos en lo mismo.
Kiwanuka es el nombre del tercer disco del artista del mismo nombre, una intención por reivindicar su origen. Durante mucho tiempo sufrió discriminación y burlas por el nombre de origen ugandés y ahora muestra el orgullo que tiene de ser Kiwanuka, de ser una de las estrellas de la música inglesa y de moverse entre estilos sin problema alguno.
Hay quienes lo consideran folk, otros buscan encasillarlo en el blues y algunos despistados –tal vez por el hecho de que su música se popularizó porque se convirtió en la canción de apertura de la serie de HBO Big Little Lies– han dicho que hace pop, pero en realidad Kiwanuka es ecléctico.
El inicio de su disco parece un gospel que juega con el sonido de Motown de los años setenta, pero pronto evoluciona de manera inesperada. Hay sesiones de jazz instrumentales, sintetizadores sutiles que transforman la atmósfera y nos recuerdan que estamos escuchando un disco publicado en 2019 y una mancuerna entre piano y batería que simplemente no se puede encasillar.
La música brilla por sí misma, pero sin duda las letras del artista demuestran que ha madurado y cambiado. El amor y el odio fueron los pilares de su disco anterior, pero aquí encontramos a una persona con lamentos más profundos. No es amor y odio, simplemente es desamor, la soledad se convierte en ansiedad y los problemas sociales se ven reflejados en letras llenas de desesperanza.
Michael Kiwanuka nos entregó un disco lleno de hermosos matices que se funden en el dolor de una persona que habla desde el corazón, un lamento seccionado en canciones que nos obliga a encontrar la belleza desde su tristeza.
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