Mucho se dice acerca de estos microorganismos “amistosos”, inclusive puedes verlos constantemente anunciados en los empaques de alimentos y suplementos que los recomiendan. Sin embargo, qué son realmente y cuál es la razón por la que deberíamos o no consumirlos, no ha quedado muy claro cuando se buscan referencias científicas.
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Los probióticos son microorganismos vivos que se adicionan en los alimentos y permanecen activos en el organismo para hacer cambios en la flora intestinal, por eso se les llaman “alimentos probióticos”. Desde el 2002, la OMS (Organización Mundial de la Salud) los definió como: “‘Microorganismos vivos que cuando administrados en cantidades adecuadas causan un beneficio para la salud del huésped”.
Son muy utilizados cuando se presentan enfermedades estomacales agudas que afecta la flora intestinal, la cual es en realidad la microbiota que cada humano crea a lo largo de su vida y de acuerdo a sus hábitos alimenticios. Si en algún caso el médico receta medicamentos como antibióticos de amplio espectro, la flora intestinal tendrá una alteración y, por tanto, los probióticos ayudarán a reconstruirla.
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Eso sí, históricamente los lactobacilos y las bifidobacterias cumplen con el mismo objetivo, pues son reconstituyentes de la flora intestinal, pero a diferencia de los probióticos están probadas. Los lactobacilos pueden tener efectos secundarios en casos específicos y padecimientos.
A pesar de que cuentan con numerosos efectos benéficos para la salud, éstos no están totalmente respaldados por estudios y pruebas científicas. Fue la misma OMS quien mencionó que en “la mayoría de los países, solo se permiten declaraciones de propiedades saludables generales en alimentos que contienen”. Esto quiere decir que, si un alimento menciona los probióticos, entonces debe hacer referencia a su consumo e informar al consumidor con detalle de qué hará por él, como por ejemplo:“reduce la incidencia de un padecimiento específico gastrointestinal”, para así evitar publicidad engañosa y ESO es lo que debemos tomar en cuenta al adquirirlos y comerlos.
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Ahora que ya sabes a qué se le llama probióticos, al consumir alimentos y suplementos que los contengan pon mucha atención en las etiquetas. Y de igual forma, consulta con tu médico para tener en cuenta si su consumo es necesario o no afecta tu organismo. Recuerda que no es necesario el exceso de algo que tu cuerpo no necesita, ni pensar que podría beneficiarte tan solo por consumirlo. Son decisiones inteligentes para que tu organismo funcione a la perfección.
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