Netflix parece agregar cada vez más contenido sobre asesinos seriales, y nosotros lo consumimos y esperamos con ansias los estrenos de estas historias. De cierta manera, los asesinos en serie de la vida real se transforman de monstruos a “celebridades” gracias a las autoridades, los medios de noticias y entretenimiento, que alimentan el apetito morboso del público.
Los asesinos seriales han sido parte de nuestra cultura popular desde mediados de los años setenta. Y parece que incluso hay uno “estrella” por generación. Prevalecen en las noticias y entretenimiento de países como Estados Unidos o Reino Unido, pero lo consumimos en todo el mundo. Lo cual quiere decir, que no es rara esa fascinación por estos depredadores, ya sea en casos reales o de ficción.
Un ejemplo claro de esto son dramas sobre crímenes como True Detective, Dexter, The Fall, You o The Jinx que atraen audiencias de millones. Más de 70 millones de personas han descargado el podcast Serial de 12 partes de 2014, que investigó el asesinato de Hae Min Lee en Baltimore. Antes de esto, ningún podcast había superado las cinco millones de descargas.
Cuando mencionas el nombre de un infame depredador de la vida real como Ted Bundy, Charles Manson o Jeffrey Dahmer en una conversación con un grupo de personas, notarás que los asesinos son un tema popular. Algunas personas realmente se animan y emocionan mientras discuten el tema. Es un rush parecido al que sentimos cuando pasamos por un terrible accidente y queremos quedarnos a ver. ¿Porqué es eso?
De acuerdo con Psychology Today, en muchos sentidos, los asesinos en serie son para los adultos lo que las películas de monstruos son para los niños: diversión aterradora. Sin embargo, el placer que recibe un adulto de ver asesinos seriales puede ser difícil de admitir e incluso puede provocar sentimientos de culpa. Muchas personas se refieren a esta fascinación como su placer culpable.
Scott Bonn, criminólogo y autor de Why We Love Serial Killers: The Curious Appeal of the World’s Most Savage Murderers, explica que una persona promedio que ha sido socializada lo suficiente para respetar la vida, y que también posee el rango normal de emociones (como el amor, la vergüenza, la pena y el remordimiento), no puede comprender el funcionamiento de una mente patológica que lo obligaría a secuestrar, torturar, violar, matar, participar en necrofilia o incluso comerse a otro ser humano.
La incomprensibilidad de tales acciones lleva a la sociedad a comprender por qué los asesinos hacen cosas increíblemente horribles a otras personas (completamente desconocidas). Como tal, de acuerdo con Bonn, los asesinos seriales apelan al instinto más básico y poderoso de todos nosotros: la supervivencia. El desprecio total por la vida y el sufrimiento de los demás exhibidos por los asesinos en serie conmociona nuestro sentido de humanidad y nos hace cuestionar nuestra seguridad, llevándonos por unos momentos a un “límite”, del cual regresamos y estamos a salvo.
Debe estar conectado para enviar un comentario.