El impacto ambiental de nuestras elecciones de alimentos se ha convertido en un tema de conversación clave en los diálogos actuales sobre el cambio climático, sustentabilidad y nuestra salud. Saber qué, dónde y cómo se producen nuestros alimentos puede marcar una gran diferencia en nuestros esfuerzos por reducir nuestra huella de carbono. Un estudio de la Universidad de Oxford informó que la producción de alimentos juega un papel importante en las emisiones de gases de efecto invernadero, con resultados ambientales de gran alcance.
Desde alterar los ecosistemas naturales y la biodiversidad hasta minimizar la resiliencia ecológica, todas las etapas de la cadena de suministro (procesamiento, transporte, distribución, la venta minorista y el empaque) emiten gases de efecto invernadero que promueven el cambio climático. Aunque nosotros no lo vemos de primera mano, las elecciones de consumo que realizamos todos los días tienen un impacto ambiental y ahí está nuestro poder para hacer un cambio. Lo primero es comenzar a buscar alimentos sustentables que tienen menor impacto.
En general, recurrir a una dieta de alimentos integrales sin procesar es una forma de comer para nuestro propio bienestar, así como el del planeta. Aquí hay nueve alimentos con menor huella de carbono para agregar a tu carrito de super o canasta de compras:
Frutas: Idealmente frescas, orgánicas y locales: manzanas, plátanos, naranjas, cítricos, ciruelas, aguacates, uvas, melocotones, bayas de temporada, etc.
Granos integrales: quinua, amaranto, centeno, bulgur, trigo sarraceno, mijo, maíz, copos de avena, etc.
Hortalizas: papas y otras hortalizas de raíz, champiñones, mandioca, tomates, verduras de hoja verde, etc.
Frutos secos: nuez de la india, nueces, pistachos, etc. Frijoles: Cómpralos a granel si es posible.
Legumbres: lentejas, garbanzos, frijoles mungo, soja, habas, guisantes amarillos, etc.
Mariscos sostenibles: conservas de pescado o pescados más pequeños.
Tofu orgánico.
Tempeh.
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