Aunque no lo creas, desde que Donald Trump llegó a la presidencia de los Estados Unidos muchas cosas han cambiado en las pasarelas. Según The Inquirer y el experto Lidewij Edelkoort –una vez nombrado por la revista Time como una de las 25 personalidades con mayor influencia en la moda– ahora Trump es considerado un fashion influencer.
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Sin embargo, no es por la razones que piensas, ni por su look, sino por el impacto que su persona ha tenido en las macrotendencias globales, las cuales derivan como microtendencias para las creaciones que los diseñadores terminan por colgar en su aparador. Es decir, los movimientos sociales que ha causado con los comentarios inapropiados a las mujeres y toda las críticas al género se han transformado en colecciones.
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Su posición ha resultado como un catalizador que hizo más fuerte los movimientos femeninos y los ha empoderado. Por lo que no es sorpresa que las hombreras pronunciadas, los trajes sastres, el énfasis en la cintura y hasta el color rosa –que fue el símbolo de la “Womens March” del pasado enero– sean parte del guardarropa de la mujer actual, al igual que todas esas remembranzas de los 70’s y 80’s que hoy vemos en pantalones de tiro alto y prendas retadoras.
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Este es un fenómeno que se ve en todo el mundo. Se dice que las figuras políticas ahora tienen una mayor influencia en la moda y que para vestirnos valen más las creencias que el estilo, porque usamos la ropa como un statement. Es algo que los mexicanos sabemos bien, dos ejemplos muy claros son las chamarra de “Mexico is the shit” de Anuar Layun y la playera “Mexicana” de Kris Goyri, las cuales han sido todo un éxito por decir los que muchos piensan.
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