Stonehenge: el misterio ancestral de los gigantes de piedra

En el corazón de la llanura de Salisbury, en el condado de Wiltshire, Inglaterra, se alza uno de los monumentos más fascinantes del mundo antiguo: Stonehenge. Este círculo de piedras gigantes ha capturado la imaginación de generaciones, y a pesar de siglos de investigación, su propósito original sigue envuelto en el misterio. Construido hace más de cinco mil años y modificado durante al menos mil 600 años, Stonehenge representa un enigma monumental de la civilización neolítica.

El sitio, compuesto por enormes bloques de piedra conocidos como sarsen y bluestones, es famoso por su alineación astronómica, lo que ha llevado a muchos a pensar que fue un antiguo observatorio solar o lunar. Pero, más allá de estas creencias, Stonehenge es una ventana a la vida espiritual y social de las primeras sociedades sedentarias de Gran Bretaña. A lo largo de los siglos, el monumento ha sido objeto de leyendas, como la de su construcción por el mago Merlín, e investigaciones científicas que intentan revelar sus secretos más profundos.

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Orígenes y construcción de Stonehenge

La construcción de Stonehenge se inició en el Neolítico, alrededor del 3100 a.C., cuando las primeras comunidades agrícolas comenzaron a asentarse en la región. Estas sociedades, que habían pasado de ser cazadores-recolectores a agricultores sedentarios, crearon monumentos permanentes para honrar a sus ancestros y observar los cielos. Inicialmente, Stonehenge consistía en un simple terraplén circular con un foso. Este círculo primitivo, con un diámetro de aproximadamente 110 metros, fue la base para las futuras fases de construcción.

La segunda fase, que ocurrió unos cien años después, consistió en la construcción de estructuras de madera dentro del círculo de tierra. Pero, fue durante la tercera fase, entre 2600 y 1600 a.C., cuando se crearon los gigantescos bloques de piedra que le dan a Stonehenge su icónico perfil. Estos bloques, algunos de los cuales pesan hasta 50 toneladas, fueron traídos desde distancias que alcanzan los 250 kilómetros, demostrando la increíble dedicación y organización de las comunidades que los construyeron.

Técnicas de construcción: un reto titánico

Mover y erigir los colosales bloques de Stonehenge fue una técnica impresionante para la época. Los arqueólogos creen que los constructores utilizaron cuerdas, rodillos de madera y palancas para trasladar las piedras hasta el sitio. Se cavaban hoyos con herramientas rudimentarias como palas hechas de asta de ciervo y huesos de animales. Luego, se cavaban rampas para posicionar las piedras en ángulo, permitiendo que los trabajadores tiraran de las piedras con cuerdas desde el frente mientras otros las empujaban con palancas desde detrás.

Una vez que las piedras verticales (sarsen) estaban en su lugar, se colocaban los dinteles horizontales, creando los característicos arcos de trilitos. Estos dinteles no simplemente descansaban sobre las piedras verticales, sino que estaban sujetos mediante un sistema de lengüetas y muescas, lo que daba estabilidad a la estructura. Las técnicas utilizadas en Stonehenge sugieren una evolución de las prácticas de construcción desarrolladas anteriormente en estructuras de madera, lo que refleja un conocimiento avanzado en ingeniería y arquitectura para su tiempo.

Stonehenge como marcador astronómico

Una de las características más intrigantes de Stonehenge es su alineación con los solsticios de verano e invierno. La disposición de las piedras está orientada de manera que el sol naciente en el solsticio de verano se alinea perfectamente con la “Piedra Talón”, un bloque de piedra arenisca situado fuera del círculo principal. Este fenómeno ha llevado a muchos a teorizar que Stonehenge funcionaba como un calendario solar, utilizado para marcar los momentos clave del ciclo agrícola.

El solsticio de verano, cuando el sol alcanza su punto más alto en el cielo, marcaba el inicio de la temporada de cosecha, mientras que el solsticio de invierno, el día más corto del año, indicaba el final del ciclo de cultivo. Para las comunidades neolíticas, la comprensión y observación de estos eventos astronómicos eran esenciales para la supervivencia, ya que dependían completamente de la naturaleza para alimentarse. Por ello, es probable que Stonehenge fuera el escenario de ceremonias religiosas o rituales agrícolas que aseguraban la fertilidad de la tierra y el bienestar de la comunidad.

Un lugar de enterramientos y culto ancestral

Además de su posible función astronómica, Stonehenge también parece haber tenido un papel en los rituales funerarios y el culto a los ancestros. Se han encontrado restos humanos cremados dentro del círculo de piedras, lo que sugiere que el sitio fue utilizado como un cementerio durante varias fases de su historia. En 2008, se descubrieron más de 60 restos de cremaciones que datan de entre 3000 y 2500 a.C., lo que refuerza la idea de que Stonehenge fue un importante lugar de enterramiento.

Además, otros descubrimientos han revelado la importancia de Stonehenge como centro religioso y político. El hallazgo de la tumba del “Arquero de Amesbury”, un hombre de la Edad del Bronce enterrado con artefactos de gran valor como cuchillos de cobre y herramientas de la península ibérica, sugiere que Stonehenge era un sitio de gran prestigio, visitado por personas de tierras lejanas. Esto indica que el monumento no solo era un centro espiritual, sino también un lugar de encuentro para las élites de distintas culturas.

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El origen escocés de la piedra

Recientemente se ha descubierto que la famosa Piedra del Altar de Stonehenge, una losa de arenisca de seis toneladas ubicada en el centro del monumento, proviene del noreste de Escocia, a unos 750 kilómetros de distancia, lo que desafía las teorías previas que la situaban en Gales. Este hallazgo sugiere que los habitantes del Neolítico en Gran Bretaña tenían un conocimiento de navegación y transporte mucho más avanzado de lo que se pensaba. Los expertos creen que la piedra pudo haber sido transportada por mar, lo que demuestra la existencia de complejas redes comerciales y un alto grado de organización social en esa época.

Además, esta nueva información refuerza la teoría de que Stonehenge podría haber sido un “monumento de unificación”, construido no solo como un sitio ceremonial, sino como una colaboración entre distintos pueblos de Gran Bretaña. Las piedras del sitio, provenientes de varios lugares lejanos, habrían sido llevadas por comunidades migrantes, lo que también explicaría el largo período de construcción. Este descubrimiento abre nuevas preguntas sobre la razón detrás del transporte de estas piedras y el propósito del monumento en la prehistoria británica.

El legado y el misterio de Stonehenge

A pesar de los numerosos estudios e investigaciones, el verdadero propósito de Stonehenge sigue siendo un misterio. ¿Fue un observatorio astronómico, un lugar de entierro para los ancestros, un centro de poder para las élites, o una combinación de todo ello? Lo cierto es que, con cada nuevo descubrimiento, el monumento revela más sobre las complejidades de las primeras sociedades europeas. La construcción de Stonehenge representa un esfuerzo monumental en términos de mano de obra, tiempo y recursos, lo que subraya la importancia que debió tener para las comunidades que lo erigieron.

Hoy en día, Stonehenge sigue siendo un lugar de fascinación y reverencia. Miles de personas se reúnen cada año para presenciar el amanecer en el solsticio de verano, tal como lo hacían los antiguos habitantes de Gran Bretaña hace miles de años. Aunque gran parte de su historia permanece en la sombra, el misterio de Stonehenge sigue vivo, y su capacidad para inspirar y maravillar parece no tener fin. Lo que es seguro es que Stonehenge continuará siendo un icono de la antigüedad, un monumento que simboliza el eterno deseo de la humanidad de entender el mundo que la rodea.