Bloc Party se ha convertido en una banda que es nos recuerda a una escena de hace dos décadas, un tiempo lejano donde las cosas eran muy distintas y que a pesar de que hoy recordamos a través de los lentes de la nostalgia, nos demuestra que en muchas cosas hemos mejorado.
Ahora hay muchas más bandas lideradas por mujeres, no relegadas a un segundo plano por darle prioridad a una banda solo de hombres (como a ellos se les dio). A pesar de que la banda se ha mantenido activa, saben que sus días de gloria están atrás y por eso disfrutan su pasión aún más. No es que su música sea anticuada, simplemente hacen lo que ellos disfrutan sin temor a no darnos el éxito número uno, algo para cantantes como Dua Lipa o Billie Eilish, que están muy lejos de lo que ellos hacían.
Sin embargo, con Silent Alarm, la banda encontró un sonido que fue determinante para los años que siguieron a su estreno y hoy es considerado un titán de la música alternativa.
Desde el inicio con Like Eating Glass, Bloc Party nos sumerge en su sonido, una mezcla del rock neoyorkino del nuevo milenio y una prosa aguda que no se deja intimidar por el peso de otras bandas con las que competían. La verdadera sorpresa llega en Helicopter, tal vez una de sus canciones más famosas que perduró por juegos como Guitar Hero, pero que hoy es parte del repertorio de la generación Z que no vivieron la época dorada de Bloc Party, pero que sin duda imaginan lo que sería estar en esos días donde todo parecía más fácil, y en parte lo era.
Con casi 20 años de historia, Silent Alarm es un disco que llegó antes de la gran recesión económica de 2008 y muchos podemos recordar un antes y después de ese año, pero para los adolescentes, una vida previa a 2008 sólo existe en los libros de historia (o mejor dicho, en los blogs arcaicos que aún se encuentran en internet) y donde se puede ver una moda llena de mezclilla, playeras negras, cerveza barata, conciertos en lugares que aún se consideraban underground y más.
Este disco sintetiza una época que ya no existe, incluso ver a Bloc Party hoy resulta en un recuerdo nostálgico, algo que incluso puede ser más emocionante si escuchamos covers en una Emo Night junto a canciones de otras bandas como My Chemical Romance, Yeah Yeah Yeahs y más. El disco tiene un gran significado para quienes vivimos esa época, pero su alcance ha sido tal que ha dejado de pertenecer a solo unos, se ha convertido en una reliquia para quienes se adentran en la música alternativa en una época donde los géneros ya no importan.
Claro, hablar del Silent Alarm es mencionar Banquet, un himno atemporal que resume el sonido de una época: una guitarra reconocible, una batería que parece estar apunto de estallar y se tranquiliza al último momento, una estructura simple, pero lo suficientemente pegajosa para ser un éxito en el radio y la razón por la que el indie rock despegó a la estratosfera en esa época.
Silent Alarm puede ser un disco clásico, incluso uno que ya no escuchas como antes, pero claro que es uno que seguramente tendrías en acetato, pues se trata de esos discos necesarios para la posteridad, una pieza de museo, no por lo que es en este momento, sino por el contexto que te puede dar del pasado.