Una de las películas más famosas del animador japonés Hayao Miyazaki es La Princesa Mononoke, en la que los espíritus de un bosque comienzan a pelear contra los humanos, quienes poco a poco están acabando con sus recursos.
Si ves la filmografía del director, te darás cuenta que el respeto y la admiración por la naturaleza son parte esencial de su trabajo, y que siempre deja un mensaje claro, hay que cuidarla porque de ella vivimos y dependemos.
Japón siempre ha tenido una relación cercana a la naturaleza, aunque desde el siglo XIX también fue irresponsable como cualquier país de occidente, supo regresar a sus raíces y hoy es uno de los países que más en contacto está con sus bosques y mares.
Tanto tiempo han pasado recorriendo veredas, caminando entre árboles y sintiendo la luz del sol que se filtra entre las hojas y cae en cascada sobre su rostro (incluso tienen una palabra para esto, se le dice komorebi), que encontraron distintos beneficios para la salud que trae consigo recorrer un bosque.
Se llama Shinrin Yoku y se traduce como “baño de bosque”. Más que una terapia paso a paso, se trata de eso, darse un baño de bosque y estar en contacto con la naturaleza. Muchos lo hacen en silencio y descalzos, pues así escuchan como el bosque respira y les habla, además de estar mucho más en contacto con él al pisa la fresca hierba.
Se trata de caminar, de sentir el bosque atravesándote a pesar de que suceda justo lo contrario. El shinrin yoku te hace ser uno con la naturaleza y entender que siempre han sido partes de un todo, que están conectados y que perteneces tanto a ese lugar como al que llamas hogar.
Al sentir el musgo en los troncos de los árboles, el olor de los pinos, al escuchar a los animales cercanos y otros más lejanos y al relajarte y dejarte llevar por esas cosas, sentirás cómo tus sentidos se intensifican y te llenas de una plenitud que tal vez nunca habías sentido.
Esta actividad (aunque más que actividad podrías considerarla una terapia) ha ayudado a muchas personas a aliviar profundas depresiones, y es que además de que este viaje por el bosque libera endorfinas, mejora la circulación y ayuda a desintoxicar el cuerpo, también ayuda a la gente a encontrar sentido en un mundo en el que cada vez son menos las cosas que lo tienen.
No necesitas ir a Japón para darte un baño de bosque, la Ciudad de México está rodeada de espectaculares bosques, ¿qué esperas para disfrutarlos?
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