La mayoría de las personas que leerá esto no me conoce, pero si hay algo que me define bien son las relaciones a larga distancia.
Seré breve, pero empezaré por decir que para mí, la familia siempre ha sido completamente diferente a lo que nos enseñan desde que somos niños. Sí, en las que cada fin de semana tienen una comida familiar, ves a todos tus primos y tus abuelos son los más tiernos del planeta Tierra. En la que viajaban juntos cada vacación y la unión física los caracterizaba.
Desde que tengo uso de razón, las relaciones a distancia han sido algo normal en mi vida. Mis ancestros maternos siempre estuvieron alrededor del mundo y creo que eso se le heredó a mis abuelos. Tito, Tita, Gerry, Brian, Sandra y Vivian, mi mamá, vivieron en varios países los años que vivieron juntos. Desde Venezuela hasta Inglaterra, decidieron establecerse en México, sin embargo, el ritmo de vida que te da estar de un lugar a otro lo heredaron mis tíos y ahora mis primos.
Decidieron formar sus familias en Estados Unidos, Europa, cerca del pacifico, en el Caribe y México, y aunque estamos lejos y con realidades diferentes, compartimos los mismos orígenes.
Claro que esto desemboca en que me gusta y se me facilita tener a las personas que más quiero, lejos. He tenido mejores amigos, amigas y amores a lo lejos y lo único que puedo decir es que se requieren ganas de ambos lados para mantener y crecer una relación que las veces que se ven son casi contadas.
Las relaciones a distancia sí pueden funcionar
Las relaciones a distancia, sobre todo las de pareja, resultan las más juzgadas y temidas por el mundo. Si estás o piensas entrar a esta dinámica debes estar preparada para recibir comentarios como “felices los cuatro”, cuestionamientos de si vale la pena tener una relación en su mayor parte digital, ansiedades que el horario, la rutina y las actividades de la vida diaria te traen por no poder ver y estar con tu pareja y tener súper bien entrenada la comunicación pues, es el eslabón más importante y el que suele tambalear primero.
Pero también saber que todo cabe y que tener una relación a distancia es una de las experiencias más enriquecedoras del mundo. Primero, porque recorres el mundo o por lo menos tienes dos casas en ciudades diferentes. Cuando estás con tu persona, te aseguras de estar completamente presente y es como si todo el mundo desapareciera para disfrutar al máximo los días que comparten.
Aprendes de fondo lo que es la responsabilidad afectiva y a comunicar lo que quieres, no quieres, aceptas y no tanto. Es entrarle a una relación completamente vulnerable pues, aunque existen herramientas para sentir cerca a los que tienes lejos, los kilómetros que existen entre una persona y otra pueden ser el punto final perfecto para los que se encuentran con otro capítulo de su vida.
También, creo firmemente que este tipo de relaciones es para una personalidad que le gusta y sabe estar sola, que no depende mucho y aprovecha su tiempo en cosas que le apasiona de lo contrario la espera suele convertirse en un infierno y es en donde comienzan a crearse espacios en los que quieres meter tu vida en el molde de la vida de tu pareja.
En conclusión, mi app favorita es FaceTime gracias a ella aunque hay miles de km entre nosotros, también sé que estamos a un solo click de distancia, aprendí a no estar en momentos importantes pero hacer los chiquitos enormes, no le tengo miedo a las despedidas y sé la importancia de tener cálidas bienvenidas.
Pero, sobre todo, he desaprendido varias cosas: primero, a no hacerme menos o tratar de meter en un molde en donde no cabe mi realidad, segundo, a dejar de decir que las relaciones a distancia son complicadas pues en mi caso, la mayoría de ellas se han mantenido unidas y estables, mientras haya compromiso y ganas de todos sus participantes, y tercera, aprender que la distancia solo es física.
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