La oferta gastronómica en la CDMX no deja de sorprender para bien y la Juárez continúa creciendo en esta industria. Visitamos el nuevo restaurante Matti Osteria, con destacada gastronomía italiana. Su operación está tan bien integrada y lograda, que jamás hubiéramos pensado que tiene tan poco tiempo de haber abierto.
Su nombre se identifica con la carta número 0 del Tarot, la carta dedicada al “Matto”, El Loco, quien es aquel que ante todo pronóstico sale al mundo guiado por sus sueños. Con esta premisa es que se crea Matti, una Osteria dueña de todas las posibilidades que inventa, que reinventa y desafía lo establecido.
El lugar es cálido y acogedor. Los espacios cómodos y a pesar de que estaba completamente lleno, nunca nos sentimos incómodos o “apretados”. Al fondo del local se encuentra su cocina abierta donde encontramos también el horno napolitano de piedra y la parrilla. El fuego es sin duda el elemento central de su cocina. El centro lo domina una gran barra ya que hay que destacar que además de la comida, se enorgullecen de ofrecer una gran cantidad de destilados y coctelería en la que puedes disfrutar de opciones como un cóctel de Lichi con sake; un cóctel de Whisky y pepino o uno de Mezcal, Tomatillo Verde, Limón y Albahaca. Su carta de vinos es igualmente interesante y variada, con buenos vinos y precios muy razonables.
Llegamos con ideas distintas sobre qué esperar – cocina italiana, sí, pero también carnes y pesca, pero pizza y pasta, sí, un menú variado y para todos los gustos. Para empezar pedimos la mozarella in carroza – frita con salsa arrabiata y albahaca; la ensalada verde (porque healthy) que incorpora además del mix de lechugas y hojas, hinojo encurtido, pepino persa, semillas y aderezo de yogurt que hace del palto algo más que una simple ensalada. Sin embargo, el favorito fue sin duda el tartar de res. Hace mucho tiempo no me sorprendía y disfrutaba de un buen tartar como este. Cortado a cuchillo y con la cantidad perfecta de ingredientes de gran calidad.
Claro que no podíamos no probar las pizzas y definitivamente no defraudaron. Hechas con una base delgada de masa madre, la de trufa y la “Papa-natas”, ambas de especialidad, con salsa blanca y quesos mozzarella, gorgonzola y parmiggiano destacaron de las demás. Las salsas son hechas en casa, los productos naturales, frescos, locales y orgánicos hacen que los sabores de su cocina realmente destaquen. A la vez buscan aportar a una economía circular apoyando a productores locales responsables.
Las pastas hechas en casa son un must. El spaghetti vongole se sirve con una generosa porción de almejas y vino blanco; pero la estrella fue el papardelle con cachete y rabo. Un estofado con 8 horas de cocción que nos dejó limpiando el plato y peleando por los últimos bocados, literalmente 100/10.
Evidentemente a estas alturas el estómago no nos dio para más y nos quedamos con las ganas de probar, entre otros platillos, la pesca del día que se veía francamente espectacular, el osobuco de ternera y el top sirloin, lo que queda claro es que próximamente tendremos que regresar a probar estos platillos.
Pero como el postre se va al corazón y no al estómago, pedimos un “cioccolato”, un postre de chocolate con crumble de romero, jalea de cítricos, nibs de cacao aceite de oliva y sal de mar. Es el cierre excelente a una gran comida.
Sin duda, Matti es un viaje de sabores que hay que descubrir, experimentar y disfrutar. El servicio es cálido, atento, amistoso. Otro highlight que vale mencionar y recalcar es que sus precios son muy razonables sobre todo considerando la calidad de los ingredientes. Sin duda es un lugar que no deben dejar de visitar y al que le deseamos mucho éxito el esfuerzo, dedicación y calidad que se ve invierten día a día, vale la pena el reconocimiento y muchas visitas más.
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