Por Alba Aguilar
El gran juego del Super Bowl se acerca, y con él vienen todos los nervios y emoción de los jugadores, entrenadores y espectadores. Y es que toda esta expectativa e incertidumbre sobre quién será el ganador, muchas veces se puede calmar solo disfrutando de nuestra comida favorita.
No hablamos de pizza o hamburguesas, sino más bien de ese tipo de cosas que nos hacen realmente olvidarnos del mundo para saborearlas, y hasta nos hacen sentir mejor con nosotros mismos, o más seguros.
Cada quien tiene sus gustos, pero de si de deportistas se trata, hay quienes se obsesionan tanto con una comida que la marca los termina por patrocinar, o incluso, se vuelve un “ritual de suerte” antes de cada juego.
Por ejemplo, de los Seahawks está Marshawn Terrell Lynch, que tiene un gusto tan grande por los Skittles, que la marca ya es su patrocinadora. Richard Sherman ama tanto los Gushers (dulces con sabor a fruta) que la marca le regaló una jersey hecha con ellos.
Peyton Manning de los Broncos tiene un ritual de comer siempre dos piezas de pollo a la parrilla, un bowl de pasta con salsa marinara, una papa horneada, brócoli y un Gatorade. Brian Urlacher de los Chicago Bears disfruta dos galletas de chocochips, no más, no menos. Sam Bradford de los St. Louis Rams come cualquier cosa, mientras sea en cantidades de tres: desde piezas de fruta, hasta pastillas de menta.
Estas obsesiones no solo se presentan en el futbol americano. Le Bron James, jugador de basket de los Miami Heat, siempre come Fruity Pebbles. Bryce Harper, beisbolista con los Washington National’s siempre come waffles Eggo (de ninguna otra marca, tiene que ser específicamente esa). Y el ya retirado jugador de hockey, Laffit Pincay Jr., siempre se comía un solo cacahuate.