Hace falta una mirada rápida a los listados de canciones más populares del mundo para darse cuenta que las líneas que solían dividir la música son cada vez más difusas. No solo de géneros musicales, sino también de nacionalidades, colores de piel, idioma y otras tantas cosas más. Las colaboraciones, exploraciones de ritmos y eso que Simon Reynolds alguna vez describió como Xenomania es aquello que gobierna en la industria. Y el reggaetón se encuentra ahí, como una especie de puente que ayuda —por su momento histórico y su pasado inmediato— a que todo eso se lleve a cabo con éxito.
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De ahí que no sorprende que personajes como J Balvin, Ozuna o más recientemente Bad Bunny de pronto llamen la atención de la prensa extranjera y aparezcan en portadas de revistas, ni que cada vez existan más colaboraciones entre latinoamericanos y anglosajones. Entre todos ellos, el mencionado Ozuna brilla sobre los demás por varias cosas: su éxito ha sido impresionante en comparación con el tiempo que lleva activo, ha sabido acercarse a las personas indicadas para lograrlo y, tal vez lo más importante, cuenta con una de las mejores voces que se hayan escuchado en la música latina en los últimos años.
Basta escuchar una de sus canciones para sentir de inmediato un terciopelo en el oído que se presenta como un oasis entre tanta pose vocal dentro del género. En donde todas parecen representar un personaje, la de él está llena de humanidad. En su nuevo disco, “Aura”, todo esto tiene todavía más sentido pues, en comparación con su predecesor “Odisea”, su voz es la protagonista del espectáculo. Las melodías están un par de decibeles por debajo de ella. Después de haberse presentado como una promesa en ascenso, aquí se muestra como una realidad palpable. Todo está a merced de una voz especial.
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“Aura” es como un álbum de fotos que recopila las diferentes facetas de Ozuna y las expone con paciencia: su inteligencia para relacionarse (“Coméntale” con Akon o “Besos Mojados” con R.K.M. y Ken Y), su eterno romanticismo (“Monotonía” o “Ibiza” con Romeo Santos), sus aptitudes de seductor (“Devuélveme” o “Haciéndolo” con Nicky Jam) y su atinada labor como detonador de fiesta tropical (“La Modelo” con Cardi B). Todas ellas son una versión distinta de una voz que puede ir de un lado a otro sin resentirlo.
Ozuna no titubea en demostrar el poder de su instrumento principal. Sus versos saltan del pop más mainstream de “Vaina Loca” con Manuel Turizo, hasta el trap más diluido de “Pasado y Presente” con Anuel AA. Del efectivo reggaetón suave de “Única” hasta el acelerado de “Escape”. Siempre con algo especial dentro y nunca se muestra igual que antes, porque es una voz tan versátil que conoce sus alcances y que sabe cómo comportarse en cada uno de los territorios que domina.
“Aura” es un disco que, además, requiere de una escucha atenta y dedicada. Son veinte canciones, una cantidad que contrasta con muchos discos del género que están plagados de interludes para intentar probar un concepto o historia. La narrativa de Ozuna se basa en el expertise personal y en cómo lograr transmitirlo con palabras, con la voz. El tipo puede contar todo lo que quiera con ella, el mundo siempre estará agradecido de escucharlo.