Siempre he querido escribir una oda a los molletes. El desayuno universitario por excelencia, la facilidad de untar frijoles en un bolillo, gratinarlo con queso y calentarlo. Dicen que el taco es un alimento democrático y el mollete va detrás de él. Los molletes de Niddo, se cuecen a otro nivel.
Pero como en todos los platillos, el mollete puede variar dependiendo el contexto, yo los he comido desde insípidos en la cafetería de mi preparatoria, donde el queso parecía plástico y los calentaban en microondas, hasta los caseros, que siempre tienen un sabor inigualable gracias a la cercanía de la persona que los prepara.
Adornados con pico de gallo y si necesitas proteína, con un poco de chorizo, bistec o más, los molletes parecían ser relegados de ciertos restaurantes, pero ahora las cosas están cambiando.
El platillo de la semana es el majestuoso plato de molletes de Niddo. Dos piezas con frijol refrito con hoja de aguacate, queso gouda, aguacate, pico de gallo, cilantro y flor de calabaza; el recuerdo de esos molletes de la cafetería de la prepa, casi se borra tras el primer bocado.
Un mollete debe sentirse crujiente tras la primer mordida y debe dar paso al sabor en conjunto del pan, el queso y el frijol. Con el sabor de la hoja de aguacate esto se potencializa, pero es al llegar al centro del mollete, donde todo eso viene acompañado de la flor de calabaza y el aguacate, que descubres el verdadero sabor que hace de los molletes de Niddo unos de los mejores de toda la ciudad.
Sin duda, Niddo es una experiencia más allá de la comida, en el corazón de la Juárez, con un estilo clásico, no sólo en la decoración, sino en la manera en que se presentan los alimentos, y con una cocina en la que se puede ver toda la acción, el sabor de la comida se intensifica.
Lástima por el ruido generado por una construcción cercana, pero se trata de uno de los muchos obstáculos que Niddo puede superar y que le han permitido posicionarse como uno de los lugares favoritos de la zona.