Si creciste con las Crónicas de Narnia, probablemente recuerdes la magia de los libros, los faunos con bufandas rojas y la sensación de que, si mirabas fijamente dentro de un ropero, tal vez encontrarías un camino hacia otro mundo. Lo que quizá no sabías es que Narnia es medieval y está mucho más conectada con esta época de lo que parece a simple vista.

La raíz medieval de Narnia
Estos libros son divertidos, estimulan la imaginación y nos recuerdan que la ficción puede contar tantas verdades como la vida misma. Alienta a los niños a vivir su imaginación y explorar mundos que no sabemos en qué se podrían convertir. ‘Hay más cosas en el cielo y en la tierra, Horacio, de las que sueña tu filosofía’.
Para empezar, el mismísimo nombre “Narnia” tiene raíces latinas. C.S. Lewis lo tomó de un atlas infantil en el que aparecía la ciudad italiana de Narni, cerca de Roma. Siendo un apasionado de la literatura medieval, no sorprende que eligiera un nombre con tanto peso histórico.

Lewis, el medievalista
Lewis no solo fue un escritor de fantasía, sino también un medievalista de tiempo completo. Su trabajo diario consistía en enseñar literatura medieval y renacentista en Oxford. Se pasaba los días leyendo textos del siglo XIV, escribiendo ensayos sobre semántica y etimologías, y regañando a sus alumnos por no buscar palabras en el diccionario. Su amor por esta época se filtró inevitablemente en su escritura, dándole a Narnia un aire de caballerías, simbolismos y cosmología antigua.

La teoría de los siete planetas
Uno de los aspectos más curiosos es la teoría de Michael Ward, que sostiene que cada libro de las Crónicas de Narnia está basado en los siete planetas de la cosmología medieval (el sistema ptolemaico). Por ejemplo, El león, la bruja y el ropero encarna a Júpiter, con su aire majestuoso y de realeza, mientras que El príncipe Caspian se asocia con Marte, reflejando la disciplina militar y la lucha caballeresca. Lewis nunca confirmó esta teoría, pero sus colegas la consideran bastante probable.
La cosmovisión medieval en Narnia
Las referencias medievales en Narnia son fáciles de notar. La idea de un mundo donde el bien y el mal libran una batalla eterna recuerda las historias artúricas. La organización de Narnia con reyes, castillos y jerarquías también remite a la Europa medieval. Además, hay una fascinación por los reinos subterráneos, como en La silla de plata, donde los protagonistas exploran un mundo oculto, recordando las leyendas medievales sobre cavernas misteriosas y criaturas que habitaban debajo de la Tierra.
Otro guiño a la mentalidad medieval es la forma en la que Narnia representa el universo. En la Edad Media, se creía que la Tierra era el centro del cosmos y que el resto de los astros giraban alrededor. Algo similar sucede en Narnia, donde los viajeros llegan al fin del mundo y solo encuentran un mar interminable que desaparece en el horizonte. Esta idea de un universo con límites definidos es típica de la cosmovisión medieval, que imaginaba las estrellas incrustadas en una esfera de cristal rodeando la Tierra.

Pero Lewis no solo rescató la forma de ver el mundo de la Edad Media, sino también su forma de contar historias. En aquella época, los relatos estaban llenos de simbolismos religiosos y moralidades encubiertas, algo que también se ve en Narnia. Aunque muchos creen que la saga es simplemente una apología cristiana, la realidad es que también refleja una mentalidad medieval más amplia, donde el mundo es un entramado de significados ocultos y todo está conectado.
La magia de Narnia y su legado
Si aún no te convence la idea de que Lewis era un hombre medieval atrapado en el siglo XX, aquí tienes otro dato: le recomendaba a los niños que aprendieran latín hasta que pudieran leerlo sin diccionario. Asistía a clases de filología como si fuera un pasatiempo y defendía con vehemencia la belleza de los antiguos textos europeos. No era un medievalista accidental; era un amante confeso de esa época.
Al final del día, lo que hace que Narnia sea tan fascinante no es solo su magia o sus criaturas mitológicas, sino la forma en que nos transporta a una era en la que el mundo estaba lleno de misterio y simbolismo. Y quizás, si alguna vez te encuentras frente a un ropero antiguo, valga la pena echar un vistazo dentro. Quién sabe, podrías estar asomándote a un mundo donde la Edad Media nunca terminó.
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