A pesar de que el número de mujeres en la educación superior ha crecido en los últimos años, superando incluso el número de hombres inscritos en la universidad, continúan ganando menos y teniendo menor participación en el mundo laboral.
En la actualidad, menos del 30% de los investigadores en todo el mundo son mujeres. Según datos de la UNESCO, solo alrededor del 30 por ciento de todas las estudiantes escogen estudios superiores dentro del campo de las ciencias, la tecnología, la ingeniería y matemáticas (STEM).
En el todo el mundo, la matrícula de estudiantes femeninas es particularmente baja en el campo de la tecnología de la información y las comunicaciones (TIC), con un 3%; ciencias naturales, matemáticas y estadísticas, con un 5%, y en ingeniería, manufactura y construcción, con un 8%.
Por eso el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia es tan importante. Se celebra cada año el 11 de febrero con el fin de lograr el acceso y la participación plena y equitativa en la ciencia para las mujeres y las niñas, y además para lograr la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres y las niñas.
Este día es un recordatorio de que las mujeres y las niñas desempeñan un papel fundamental en las comunidades de ciencia y tecnología y que su participación debe fortalecerse. La celebración de este día está dirigida por la UNESCO y ONU-Mujeres, en colaboración con instituciones y socios de la sociedad civil que promueven el acceso y la participación de mujeres y niñas en la ciencia.
Estas son algunas mujeres que han hecho historia en sus respectivos campos y que pueden servir de inspiración para cualquiera que lea sobre ellas, pues a pesar de la época y la situación que vivieron, han logrado destacar en un mundo que parece mantenerlas fuera del juego.
Mary Anning (1799- 1847)
Anning fue recolectora de fósiles en medio del frenesí en Inglaterra por la paleontología y a pesar de no pertenecer a ninguna sociedad de científicos, de hecho, sin recibir una educación formal, esta mujer del campo era experta en los fósiles que encontraba en los acantilados del canal inglés.
Gracias a sus descubrimientos se modificó el pensamiento científico y se descubrió mucho más acerca del pasado prehistórico de la Tierra. Lamentablemente nunca fue reconocida en vida y el gobierno inglés tardó siglos en darle el lugar que merece en la historia como la primera y una de las más importantes paleontólogas.
Marie Curie (1867 – 1934)
Marie Curie es una de las mujeres en la ciencia más famosas de la historia, pues sus estudios en radiactividad (término que ella misma acuñó) dieron paso a un avance tecnológico inmenso, también trabajó en técnicas para el aislamiento de isótopos radiactivos y el descubrimiento de los elementos polonio y radio. Es la única persona en ganar el premio Nobel por Física y después por Química. El trabajo de su vida deterioró su salud pues desconocía los efectos de la radiación y hasta el día de hoy, libros y materiales con los que trabajó son resguardados en cámaras especiales debido a la alta realidad que mantienen.
Matilde Montoya (1859 – 1938)
Matilde Montoya estudió para ser partera pero no pudo terminar sus estudios por problemas económicos. Sin embargo, después regresó con algo más en mente, ser una doctora, algo impensable en la sociedad mexicana de la época.
De hecho, el mismo Porfirio Díaz tuvo que intervenir y firmar un decreto que le permitía a ella (y después al resto de las mujeres) de acceder a los mismo derechos y obligaciones que los hombres en la Escuela Nacional de Medicina. Con el tiempo se convirtió en la primera médico de cirugía y obstetricia en el país.
Helia Bravo Hollis (1901 – 2001)
Esta científica mexicana pasó toda su vida en el Instituto de Biología de la UNAM, donde era investigadora emérita y doctora honoris causa. De acuerdo a su casa de estudios:
En 1927 se convirtió en la primera bióloga titulada en nuestro país, y en 1929, año de la Autonomía Universitaria, el profesor Ochoterena le pidió formar el herbario y el estudio de las cactáceas mexicanas. El Jardín del Desierto dentro del Jardín Botánico de la UNAM lleva su nombre. En el año 2000 se creó una Reserva de la Biosfera en Metztitlán, Hidalgo, en gran parte gracias a su trabajo en esa zona. Hoy seis especies y una subespecie de cactus llevan su nombre.
Henrietta Swan Leavitt (1868 – 1921)
Seguramente has escuchado del telescopio Hubble, si investigas sobre Henrietta quererás que se renombre a Telescopio Swan Leavitt. Esta mujer fue una “calculadora”, término que se le daba a las mujeres que trabajaban en el observatorio de Harvard y que tenían tareas mecánicas y monótonas, mientras que los hombres eran ascendidos y usualmente terminaban con el reconocimiento del trabajo de estas mujeres.
Fue en esas mecánicas tareas que Swan Leavitt descubrió el patrón en el comportamiento de un tipo de estrellas variables llamadas Cefeidas. Su trabajo fue publicado por Edward Pickering, quien comenzó con una línea que decía “este trabajo ha sido preparado por la señorita Leavitt y nada más. Gracias a ese descubrimiento (y el de muchos otros científicos) Edwin Hubble publicó un papel donde demostraba que nuestra galaxia no era la única y que posiblemente el universo era mucho más grande de lo que pensábamos.
Katie Bouman (1989)
Hay imágenes que todo el mundo conoce, y desde abril de 2019 y gracias a Katie Bouman, todos conocemos la fotografía de un hoyo negro 3 millones de veces más grande que la Tierra y 6,500 millones de veces más pesado que el sol.
Bouman es la científica que, junto a su equipo, desarrolló el algoritmo capaz de convertir todos los datos de la red de telescopios del Event Horizon Telescope en la imagen que conocemos y que muchos pensaban que nunca seríamos capaces de crear.
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