Por Alba Aguilar
Podemos encontrar muchísimas variedades de té alrededor del mundo, pero solo hay una que se vuelve todo un espectáculo degustar. Se trata del té floreciente, un tipo muy particular que se mezcla con flores aromáticas para embellecer la bebida y su sabor.
Su proceso de elaboración es completamente a mano. Artesanos seleccionan los mejores brotes y flores para atarlos meticulosamente con un hilo, bajo un patrón definido, que se retira cuando éstas se secan.
Normalmente se utilizan hojas de té verde y blanco, acompañadas de flores como amaranto, clavel, crisantemo y jazmín. Al introducir el ramo en el agua, las hojas se rehidratan y se abren, lo que resulta en un gran arreglo floral en el fondo del recipiente.
Puede tardar de 6 a 10 minutos en abrirse por completo y además es reutilizable (sin incluir el espectáculo, claro). Es recomendable servir este tipo de té en teteras o tazas de cristal para poder apreciar su florecimiento.