La vida actual tiene una regla muy clara: nadie debería vivir en piloto automático. Más bien, hay que aprender a desconectar y pensar en uno mismo desde diferentes opciones. Justo esta priorización personal se está volviendo cada vez más común, y afortunadamente existen muchas opciones para conseguirlo. Pero sin duda una muy valiosa y sencilla de practicar es la meditación. ¿Sabes de qué se trata, cómo empezar desde cero, qué beneficios te da? Te decimos para que puedas aplicarla en ti.
Qué es la meditación
Esta práctica en realidad es bastante antigua, así que más que una moda, es una posibilidad que ha existido desde hace mucho, algunas veces relacionada con prácticas religiosas como el budismo o el hinduismo. Consiste en trabajar tu mente y conciencia para dejar de pensar y situarte solo en el momento presente. Con ello, te liberas de pensamientos de cualquier tipo (por ejemplo, cuando estás sobrepensando un tema) para acercarte a un mayor nivel de autoconocimiento.
Entre algunos beneficios de practicar la meditación están la reducción del estrés, el aumento en la concentración y atención, mejora en el estado de ánimo y hasta la ayuda a la memoria y funciones cognitivas. Y por supuesto, a detener por un momento la mente para hacer una pausa en toda la inercia que vivimos.
En contraste, meditar no es reflexionar, analizar ni concentrarte en algo, pues en todos estos procesos la atención se sostiene de manera intencional, pero la meditación más bien es una forma de fluir y dejarse llevar sin intenciones de llegar a una conclusión en particular o una decisión (cómo podría ocurrir cuando analizas un hecho).
Cuántos tipos de meditación existen
Existen diversas formas de ejecutar esta práctica, pues el objetivo final es dejar de pensar. Como esto sería medianamente difícil desde un punto de vista intencional, se necesitan de instrumentos y técnicas para lograrlo. Ahora, ¿algún tipo es mejor que otro? En realidad, no, más bien depende de tus propias necesidades.
Algunas de las más comunes son la meditación verbal, que incluye el uso de oraciones, mantras o cánticos; la auditiva, en la que se usan estímulos externos o a veces música (aunque esta debe ser repetitiva, tranquila y más o menos monótona), e incluso aquella que se basa en la atención a la respiración.
Cómo empezar a meditar
Aunque puede ser difícil al principio, en realidad se trata de un hábito que hay que ejercitar, así que debes tener constancia para lograrlo. Algunos elementos básicos que pueden ayudarte son los siguientes:
*Ponte ropa cómoda y retira aquello que pueda distraerte del aquí y el ahora (como un smartwatch o elementos de joyería).
*Busca un lugar cómodo. No necesita ser tu casa, pero sí debe ser lo suficientemente tranquilo.
*Mantén una postura correcta. La posición básica es sentarte sobre tus piernas de una manera cómoda, pero con la espalda recta y los hombros relajados.
*Concéntrate en la respiración. Más que pensar en el proceso, debes centrarte en el hecho de respirar, de cómo entra el aire a tu cuerpo y cómo sale. Esta es una buena idea de iniciación, aunque con el tiempo puedes recurrir a otras técnicas.
*Fluye con el momento. Aunque lleguen a ti pensamientos de diversa índole, no te ‘sujetes’ a ellos y más bien déjalos ir. Recuerda que no debes pensar en algo concreto, sino estar solo presente en el momento.
*Haz sesiones cortas. Al principio, mientras tomas práctica, dedica unos 3 minutos para meditar. Con el paso del tiempo y la experiencia, puedes agregar minutos.
*No te esfuerces o frustres. Es normal que al principio no salga todo como esperabas, pero debes aprender a tomar lo que tienes y dejarlo ir. Por ejemplo, si durante el proceso comienzas a distraerte en alguna idea, reconócela pero deja que se vaya y regresa a aquello en lo que estabas enfocándote, por ejemplo la respiración.
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